La hora de los fondos de inversión
“El destino nos da las cartas, pero la jugada es nuestra”, escribió Shakespeare. El Banco Central Europeo (BCE) nos está brindando las cartas para que juguemos la partida con sabiduría, sensatez y sagacidad. Ha diseñado un mapa nuevo y aumentará su balance un 50% y no sería recomendable dejar de lado el nuevo territorio, pues desde abril nada va a ser lo mismo, y el gobernador Mario Draghi, si se me permite la expresión, nos advirtió que inundaría los mercados de capitales de euros ( quantitative
easing). Empezó en septiembre cuando decidió comprar
bonos cubiertos, un vehículo que los bancos podían utilizar para empaquetar créditos y otros instrumentos financieros que devengaran tipos de interés y venderlos al BCE.
De esta manera, el banco central les ayudaría a mejorar sus balances y a estimularles para que dieran más crédito a las pequeñas y medianas empresas (pymes), que son las que tienen más necesidades de fondos y está demostrado que pueden multiplicar la creación de empleo. Pero luego llegó la inyección masiva que todos esperábamos. En Estados Unidos se llamó “lanzar dinero desde un helicóptero”, y el gobernador prometió que lo haría primero durante diecinueve meses y, si no fuera suficiente, podría alargarse hasta que desaparezca la caída generalizada de los precios (deflación) y la inflación se aproximara al 2%, pero sin sobrepasarlo.
El BCE está comprando a fondos de pensiones, a los grandes fondos de inversión, a bancos y compañías de seguros deuda soberana y bonos cubiertos. Todos ellos, con el dinero que reciban, posiblemente comprarán, entre otros activos financieros, bonos de compañías que cotizan en bolsa porque ofrecen mejores rendimientos. En Estados Unidos, las inyecciones masivas multiplicaron las ganancias en bolsa de los que compraron acciones ¿Puede suceder lo mismo en Europa?
Las compras de deuda soberana que realiza el BCE en el mercado secundario o de negociación y, por la relación inversa entre precio y rentabilidad, bajan los rendimientos y algunos países de la zona euro (y también de Suiza) emiten ya bonos a corto plazo con tipos de interés negativos, algo realmente insólito. Y, por consiguiente, ganan atractivo los títulos que emitieron las compañías privadas cuando los tipos de interés eran más elevados, hasta el punto de que en los próximos meses podría producirse una progresiva escasez de deuda privada en los mercados.
Ante este proceso, las grandes compañías podrán lanzar nuevas emisiones, pero a tipos más bajos, primero a tres y cinco años y luego a diez o más años. Pero las em-
Todo apunta a subidas en la renta variable pero mientras no se resuelva el problema de Grecia las bolsas europeas seguirán siendo muy volátiles”
presas no invierten solamente porque los tipos a los que puedan endeudarse sean bajos, lo hacen cuando mejoran sus expectativas de mayores cifras de negocios, en el mercado nacional o en los mercados globales.
Por el lado de los que tienen ahorros, en la edición del 12 de abril de este mismo suplemento, Primo González destacó que en el primer trimestre del año uno de cada cuatro fondos de inversión colectiva ya acumulaba ganancias por encima del 10%, el mejor dato desde el inicio de la crisis. Se trata de instrumentos financieros que gozan de ventajas fiscales. Convendría tener en cuenta que los bancos están en un proceso de renovar a la baja los depósitos a plazo a medida que vayan venciendo. Es posible que lleguen a pagar el 0,20% al año, porque prefieren que sus clientes contraten fondos de inversión que ofrecen a través de sus divisiones de banca privada.
Diseñan fondos según el perfil de riesgo del inversor y están obligados a ofrecerles información transparente sobre los posibles riesgos en que pueden incurrir. Se trata de una nueva forma de ofrecer una mayor rentabilidad a sus clientes, en el bien entendido que a mayor rentabilidad más riesgo, y hoy en día acciones y bonos están sujetos a una elevada volatilidad. Quedan algunas ofertas de fondos garantizados, en los que una entidad financiera asegura el capital final y unos rendimientos fijos, pero prácticamente han sido sustituidos por los fondos en los que el compra- dor está sujeto a los vaivenes del mercado.
El BCE ha diseñado también un nuevo mapa para las grandes empresas, porque aumenta la liquidez y la profundidad de los volúmenes de capitales disponibles. Y algunos sectores de Ibex 35 se han visto favorecidos por la caída de tipos de interés de la deuda corporativa. Repsol financió en los mercados de capitales una parte de su compra de la petrolera canadiense Talisman Energy. Las compras y fusiones están aumentando en toda Europa por la capacidad de financiar grandes capitales, un proceso que posiblemente perseguía el BCE para luchar contra la deflación.
Conviene advertir que no sería recomendable comprar fondos en los que figuren bonos y acciones de las nuevas compañías petroleras que se dedican al frac
king, porque muchas de ellas no podrán pagar su excesiva deuda si el barril de petróleo no alcanza el nivel de ochenta dólares. Las que se fundaron con pocos recursos propios y se endeudaron por encima del 80% tendrán dificultades si no se recuperan los precios del crudo.
Para concluir, no sería aventurado suponer que se repita en Europa, aunque en menor escala, lo que se produjo en Estados Unidos cuando durante más de seis años la Reserva Federal aplicó políticas de expansión monetaria que dieron liquidez al sistema con tipos en torno al cero por ciento. No fue por azar que Wall Street alcanzara máximos históricos y que el índice de Standard & Poor’s se duplicara en cuatro años. Los capitales europeos compraron bancos americanos porque los inversores desconfiaron del ritmo de reestructuración de la banca europea. Actualmente, existen indicios de que los flujos cambian de dirección, porque la bolsa europea está más barata y prácticamente terminó el saneamiento de las entidades financieras de la zona euro. No obstante, mientras no se resuelva el problema de Grecia las bolsas europeas seguirán siendo muy volátiles.