Un programa Apollo global para combatir el cambio climático
Combatir el cambio climático pasa por lograr que las energías libres de carbono resulten competitivas frente a los combustibles fósiles” Hay que priorizar el descubrimiento de formas nuevas y más baratas de generar, almacenar y distribuir energías limpias”
Con el fin de mitigar los potenciales efectos catastróficos del cambio climático, los líderes mundiales acordaron en Cancún, en el 2010, emprender una serie de actuaciones para lograr que la subida de la temperatura media del planeta a largo plazo no supere los 2 grados en relación con los niveles preindustriales.
Sin embargo, los compromisos adquiridos desde entonces son marcadamente insuficientes: incluso en el caso de que se cumplieran, todo apunta a que las emisiones de dióxido de carbono continuarán al alza, de modo que para el 2035 la concentración de dicho gas en la atmósfera superaría el nivel crítico necesario para lograr el objetivo de los 2 grados comentados. De hecho, de persistir con las políticas actuales, los modelos sugieren que a largo plazo la temperatura media del planeta se incrementaría en 4 grados (un valor que constituye la previsión central, lo que implica un 50% de probabilidades de temperaturas aún más altas).
Para conjurar esta amenaza, un grupo de reconocidos científicos británicos ha publicado recientemente un informe ( A global Apollo programme to combat climate change) cuya tesis principal es que la única vía para combatir eficazmente el cambio climático pasa por lograr que las energías libres de carbono (o energías limpias) resulten directamente competitivas en costes frente a los combustibles fósiles. Si esto ocurriera, afirman, el carbón, el petróleo y el gas, permanecerían sin explotar en el subsuelo. Para los autores del informe, este desafío es de naturaleza tecnológica y requiere la participación activa y urgente de científicos e ingenieros. El párrafo que sigue, reproducido de forma literal, resume perfectamente su visión.
“En el pasado, cuando nuestra forma de vida se ha visto amenazada, los gobiernos han desarrollado grandes programas científicos para superar los desafíos planteados. En la guerra fría el programa Apollo puso al hombre en la Luna. Este programa empleó a muchas de las mentes más privilegiadas de Norteamérica. Hoy necesitamos un programa Apollo global para abordar el tema del cambio climático; pero esta vez el esfuerzo tiene que ser in- ternacional. Necesitamos un gran esfuerzo científico y tecnológico internacional, financiado con dinero público y privado. Este esfuerzo debería ser un elemento clave, entre otras muchas iniciativas, para enfrentar el cambio climático”.
Los científicos implicados en el estudio que les comento recuerdan que la mayoría de los principales avances tecnológicos de los últimos cien años son el resultado de proyectos de I+D financiados con fondos públicos (entre otros ejemplos, la lista incluiría: el or- denador, los semiconductores, internet, la secuenciación genética, las comunicaciones satelitales y la energía nuclear). Sin embargo, en el caso del cambio climático, los esfuerzos se han centrado en la implementación de incentivos para el sector privado, tales como la fijación de precios al carbono, subvenciones y otras ventajas fiscales y regulatorias. Este tipo de medidas son, por supuesto, muy importantes y deberían seguir siendo un elemento central en la agenda de la lucha contra el cambio climático, pero el desarrollo de programas de I+D+i financiados con fondos públicos también resulta vital.
Necesitamos dar prioridad al descubrimiento de formas nuevas y más baratas de generar, almacenar y distribuir energías limpias. Como sugiere el Panel Intergubernamental de Cambio Climático, el desafío en materia de investigación comprende seis áreas principales. En primer lugar, debemos considerar las tres fuentes de generación de las denominadas energías limpias: renovables (particularmente solar y eólica), nuclear y combustibles fósiles (gas y carbón), obligatoriamente asociados a tecnologías de captura y almacenamiento de carbono (CAC). Estos tres tipos de energía pueden ser considerados como pilares que se asientan sobre otros tres elementos comunes que constituyen los cimientos del sistema. Estos incluyen tres capacidades: la de almacenar energía cuando ello sea necesario, la de trasmitirla allí donde se necesite y, por último, la de controlar la demanda a través de la eficiencia energética.
De entre las seis áreas citadas, tan sólo las correspondientes a la energía nuclear, la CAC y la eficiencia son objeto actualmente de un esfuerzo de I+D+i adecuado. Pero no ocurre lo mismo con las renovables, el almacenamiento y la transmisión. De hecho, por ponerles un ejemplo, los programas en I+D+i en renovables reciben menos del 2% (unos 6.000 millones de dólares) del total de los fondos públicos dedicados a investigación en todo el mundo. Una cifra difícilmente justificable ante la gravedad de la amenaza que enfrentamos.
Los proponentes del programa Apollo global para combatir el cambio climático consideran que su idea podría resultar viable si los gobiernos de la mayoría de países del mundo, incluyendo por supuesto a las principales potencias, aportaran un 0,02% de su PIB en concepto de financiación pública durante el periodo 20162025. ¿Utópico? ¿Acaso tenemos alternativa?