El cuarto de jugar (una invitación al juego)
La exposición colectiva Playroom, que ha preparado Jaume de Córdoba junto con la galerista Esther Montoriol, es una invitación a seguir jugando a cualquier edad. Y no me refiero a la ruleta, que carece de imaginación. Playroom es muy recomendable para públicos de todas las edades, y ello a pesar de las dos piezas de Nico Nubiola, esculpidas en madera y llamadas Orgasmatic I y Orgasmatic II. Representan a dos mujeres con expresión de orgasmo y pueden y merecen ser animadas por un manillar y una manivela que producen inconfundibles movimientos de labios y ojos.
Por lo demás, hay obras maravillosas, como el juego del escultor Cesc Riera, llamado Mosca, que es un paso más allá en la poética del famoso circo de Calder, pues activa con imanes el vuelo de una mosca a la que hay que dirigir hacia una aula. Otra propuesta destacable es la instalación multimedia de juegos reunidos ópticos que presenta Rosó Cusó, que significa una feliz renovación estética en la línea poética de esta escultora. Marcos Palazzi realiza para la ocasión dibujos autobiográficos que ilustran un accidente de su hijo skater contra un pilón municipal, accidente que asocia con los que ha tenido el artista. Las maderas pintadas de Flavio Morais y las piedras impresas de Ana Gil son también notables.