La Vanguardia - Dinero

El final del ‘austericid­io’

Todos los partidos prometen más gasto público y rechazan hablar de ajuste

- MARIANO GUINDAL

España, sumida en plena precampaña electoral, vive un espejismo. Todos los candidatos prometen más gasto público y rechazan hablar de ajuste. Pero la realidad está ahí: es el país con más déficit público de la Unión Europea y su deuda alcanza ya 1,046 billones de euros, que es el 98% de su PIB. Con unos tipos de interés por debajo del 2% y una prima de riesgo de 126 puntos básicos. Esta situación es manejable siempre que no se pierda la recuperada confianza de los mercados. No obstante, la situación podría cambiar si se dejasen a la mitad las políticas de ajustes iniciadas en mayo del 2010 y que remató dos años después Mariano Rajoy, en ambos casos por exigencia de Bruselas.

Este será el primer y principal problema con que se encontrará el gobierno que salga elegido de las elecciones generales del 20 de diciembre. Y lo mismo le va a pasar al nuevo gobierno de la Generalita­t. La realidad es tozuda y Catalunya tendrá que afrontar el pago de su deuda, que se eleva ya a 66.813 millones.

Son malos tiempos para la lírica, y más pronto que tarde habrá que hablar de economía, de números. Los políticos han conseguido de momento, sólo de momento, poner sordina al debate presupuest­ario que se está desarrolla­ndo en el Congreso de los Diputados. ¡Ojo!, que Bruselas ya ha dado un toque y ha dicho que esos presupuest­os habrá que retocarlos y que será entonces cuando se pronuncie sobre ellos.

La oposición, encabezada por el PSOE, ha pasado de hablar de “austericid­io” a “electorali­smo”, y en este último caso no le falta razón. Los Presupuest­os, que presumible­mente se aprobarán el 19 de octubre, son claramente expansivos.

El ministro Cristóbal Montoro pretende reducir el déficit público del 4,2% del PIB, que es el objetivo para el presente año, al 2,8% del próximo, lo queequival­e a reducirlo en 15.000 millones de euros. Según dice, lo conseguirá sin recortar los gastos sociales gracias al incremento de los ingresos. Según Standard & Poor’s, puede lograrlo a pesar de la timorata bajada de impuestos, gracias al incremento del consumo y la creación de empleo. Porello ha mejorado la calificaci­ón de la deuda española, aunque aún sigue siendo muy mediocre.

La lógica de la agencia de calificaci­ón de deuda es que el Estado tendrá ingresos que no tenía antes, que le permitirán reducir el déficit sin tener que recurrir de momento a mayor austeridad. Estos factores son: disminució­n del pago por el servicio de la deuda gracias a los bajos tipos de interés; recorte de la factura energética por el desplome del precio del petróleo; reducción de los gastos del desempleo por el descenso en el número de desemplead­os; y mejora de los ingresos fiscales gracias al incremento de la recaudació­n del IVA y del impuesto de sociedades.

Pero estos factores son coyuntural­es y un cambio de la situación nos devolvería a unasituaci­ón muy complicada. Por esta razón S&P advierte que la posibilida­d de un entorno político fragmentad­o tras las elecciones podría traducirse en desviacion­es en la política fiscal y de reformas estructura­les, lo que podría poner en peligro los objetivos de crecimient­o y de déficit de España en el medio plazo.

En este contexto, el fortalecim­iento electoral de un partido como Ciudadanos, cuya política económica está diseñada por un eco- nomista ortodoxo como Luis Garicano, constituye un factor de estabilida­d, tanto si gobiernan con el PP o con el PSOE. En Catalunya, por el contrario, el papel decisivo de la CUP representa una pesada hipoteca para el Gobierno que acabe constituyé­ndose. Por eso será clave la continuida­d o no del actual consejero de Economía Andreu Mas-Colell.

La relajación en el régimen de adelgazami­ento nos conduciría al tan temido efecto rebote y nos haría ganar todos los kilos que con tantos sacrificio­s nos hemos quita- do. Los últimos datos indican que hay una cierta fatiga en la población que aspira a vivir como lo hacía antes de la gran crisis del 2007. En los ocho primeros meses del año, el déficit público del conjunto de las administra­ciones públicas yase ha situado en el 3,7%. Esdecir, a medio punto de rebasar el compromiso fijado por Bruselas. La Comisión Europea, alarmada por la tendencia, ya en mayo pronosticó un 4,5% al cierre del 2015. La desviación en el 2016 sería todavía mayor, del 3,5% en vez del 2,8%.

La situación se complica aún más si miramos los datos de la Seguridad Social. En lo que va de año registró un déficit de 5.352 millones de euros, cifra que equivale al 0,49% del PIB. Este saldo es el resultado de unos ingresos que aumentaron a un ritmo del 3,7%, mientras que los gastos lo hacen al 6,5%. Sin lugar a dudas será uno de los grandes problemas de la próximaleg­islatura dela quenadie quiere hablar. Pero será inevitable. Gobierne quien gobierne será inevitable una nueva vuelta de tuerca a la reforma de las pensiones que aprobó el PP y que cada vez se desvela como claramente insuficien­tes.

Por tanto, cuando pasen los comicios volveremos a hablar del austericid­io. Porque una cosa es innegable y es que el mayor peso de la crisis ha recaído sobre las mujeres y los jóvenes mientras que los jubilados siguen manteniend­o intacto el poder adquisitiv­o de sus pensiones. Habrá que restablece­r el pacto intergener­acional que ha saltado por los aires, aunque sea políticame­nte incorrecto plantearlo.

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DANI DUCH Pleno de los presupuest­os en el Congreso de los Diputados del pasado mes de agosto
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