Repartir los huevos en distintas cestas
Ahora que las vacaciones de verano son ya un pensamiento lejano, no puedo dejar de recordar con cierta nostalgia esas interminables tertulias en casa de mis padres, donde la comida suele juntarse con la cena. En una de ellas, un buen amigo me preguntaba sobre cual creía que era la enseñanza más relevante de la crisis financiera sufrida en estos últimos años.
La verdad es que la respuesta no es sencilla. Creo que todos hemos aprendido mucho durante esta crisis, y siempre en aspectos muy relevantes para nuestra economía y sociedad. Sin embargo, intentando seleccionar una única respuesta, me vino a la cabeza ese refrán popular que recomienda “no poner todos los huevos en la misma cesta”.
Uno de las principales debilidades mostrada por nuestra economía fue la alta dependencia de las empresas de la financiación bancaria, cuatro veces mas alta que la de las empresas estadounidenses, tres mas que las británicas y el doble que las alemanas. El colapso del sistema bancario ahogó a las empresas y nos llevó a una situación realmente difícil, de la que todavía estamos intentando salir.
De hecho, ese riesgo derivado de la alta bancarización de nuestra economía fue reconocido por todos: gobiernos, supervisores, economistas y, como no, los propios empresarios. Por tanto, quizás sería bueno hacer balance de los esfuerzos que hemos realizado para corregir este riesgo, aunque les adelanto que no han sido muchos.
En cuanto a la modificación de la estructura de las empresas, no hemos avanzado gran cosa. La regulación sigue sin incentivar algo de suma importancia, como es el tamaño, que juega un papel primordial en el acceso a los mercados de capitales. Tampoco hemos aplicado nuevas medidas para impulsar la internacionalización, que si bien ha mejorado, ha sido como consecuencia de la necesidad de buscar la demanda foránea ante la depresión de la propia.
En cuanto a nuevas figuras para la financiación empresarial hemos avanzado algo gracias a la nueva regulación de entidades de capital riesgo y micromecenazgo, aunque el avance resulta, a todas luces, todavía insuficiente.
Sí que hemos lanzado dos nuevos mercados, MAB para acciones y MARF para deuda. Sin embargo, su desarrollo no ha sido el deseado. El primero se ha visto desgraciadamente salpicado por escándalos derivados del fraude cometido por algunos de los emisores. El segundo, que nace al pairo de dichos escándalos, procura sortearlos elevando sus niveles de exigencia, no sé si de forma razonable habida cuenta el perfil de nuestras empresas. En cualquier caso, el hecho mas relevante que explica el pobre desarrollo de estos mercados es la apatía de los inversores institucionales (fondos, compañías de seguros, etcétera), que en su mayoría han decidido no invertir en las compañías que han tenido la valentía de saltar a los mercados de capitales para diversificar sus fuentes de financiación.
Realmente, en el mercado bursátil español hay poca vida más allá del Ibex 35, que concentra más del 90% de la actividad de la bolsa española, aunque representa menos del 20% de nuestra economía. Y es que de su análisis podrían obtenerse conclusiones erróneas. Muchos sectores están sobrerrepresentados en el Ibex, por lo que un shock en estos sectores tiene un impacto muy diferente en el índice y la economía.
Así, y de forma genérica, los principales sectores de nuestra economía, como parte de la industria o los servicios, cuentan con una pobre presencia en el Ibex. Por el contrario, sectores como el financiero, la construcción o el inmobiliario, cuentan claramente con una presencia desmesurada. Aceptando lo anterior como cierto (y, créanme, lo es), parece razonable que el Ibex se encuentre actualmente en los mismos niveles que hace cinco años mientras que, por ejemplo, los índices de otros mercados han recuperado cerca del 50% en el
La presencia desmesurada de banca, inmobiliario y construcción en el Ibex limita su avance
mismo periodo. Es decir, mientras no se recuperen de forma intensa precisamente los sectores que más han sufrido en la pasada crisis (constructoras, inmobiliarias y bancos), difícilmente el índice recuperará los máximos de hace unos años. Yeso es algo poco previsible en el corto plazo.
Paralelamente, mientras no facilitemos el acceso de nuestras empresas a los mercados de capitales, más riesgos acumula nuestro sistema.