¿Ante un cambio de tendencia en la bolsa?
Según el profesor Tornabell hay indicios de que algo está cambiando en bolsa, ya que desde el pasado lunes el Ibex 35 inició un posible cambio de tendencia.
El pasado trimestre fue el peor desde el 2011. Los fondos de inversión en acciones y los mixtos, en proporciones variables de renta fija para reducir aparentemente el riesgo, sufrieron pérdidas insospechadas y la pregunta ahora es ¿cuándo se recuperará lo perdido?
Existen indicios de que algo está cambiando, pues desde el lunes 5 de octubre, el Ibex 35 inició un posible cambio de tendencia, siguiendo a otras bolsas europeas. Ganó un 3,83% y las pantallas en verde no parecían tener interrupción, con volúmenes de contratación extraordinarios, pues parecía que de repente todos tenían prisa para no ser el último si iba a iniciarse una carrera alcista. El martes se produjeron algunas realizaciones de beneficios, pero el índice selectivo todavía ganó un 1,32% y el miércoles, al cierre, el índice llegaba a la cota 10.170, con el tirón de la banca y algunas grandes compañías, y una contratación de casi 2.400 millones de euros. Otro tanto ocurría en las bolsas europeas, incluso a pesar de la crisis de Volkswagen, que repercutió en el índice Dax de Frankfurt.
En la bolsa nada ocurre por azar y se descuenta todo, si bien bajo una tendencia alcista sólo se tienen en cuenta los rumores positivos y sigue comprándose cuando estos se difunden y se vende cuando se tiene la noticia. Pero en las circunstancias actuales, y teniendo en cuenta lo que escribió Paul Valery, “El futuro ya no es lo que era”, existen a pe- sar de todo indicios que no pueden pasarse por alto. Cuando la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) anunció que retrasaba el alza de los tipos oficiales se desencadenó una reacción bajista, porque el mundo se dio cuenta de que muy grave tenía que ser la situación de China y los países emergentes para que Estados Unidos aplazara volver a la normalidad. Las órdenes de venta inundaron las redes mundiales y las bolsas descontaron lo peor. Veníamos del “lunes negro” del 24 de agosto, cuando descubrimos que las autoridades de China no sabían cómo gestionar la burbuja de las bolsas. ¿Se iniciaría una guerra de divisas, anticipada por la modesta devaluación del yuan?
Las noticias han tranquilizado a los mercados, porque las cifras de empleo que publicó Estados Unidos fueron más bajas de lo que todos pronosticaban y dio un respiro de algunas semanas, o quizás hasta principios de año. China está comprando yuanes y vende dólares, que no está en su mejor momento, por cierto, y por el lado de los mercados de divisas las aguas vuelven a su cauce. Otra cosa es que se confirma que el gi-
Cuando la Reserva Federal de EE.UU. anunció que retrasaba el alza de los tipos oficiales se desencadenó una reacción bajista”
gante asiático sigue la nueva senda de la demanda interna y es menos competitivo frente a India, Vietnam y otros emergentes con tecnologías que les facilitan los capitales extranjeros.
En pocos meses, el petróleo se vendió (Brent) a la mitad y no se habían producido grandes variaciones hasta septiembre. Pero Arabia Saudí anunció que estaba vendiendo activos de su fondo soberano porque necesitaba recursos y los mayores distribuidores del shale-oil de Estados Unidos anunciaban recortes en la producción y se extendían las suspensiones de pagos porque en la nueva aventura las petroleras se financiaron con deuda y bonos basura y poco capital. De repente los precios se recuperaron hasta 52 dólares barril, mala cosa para los que habíamos tenido rebajas que fueron como una subvención, pero que estimularon los precios de otras materias primas industriales y sin duda serán un alivio para el Banco Central Europeo, que intenta huir de la deflación inyectando dinero, una política por cierto que todavía no ha descontado la bolsa, porque beneficia a las compañías de seguros, los bancos y a los que tienen carteras de deuda soberana. La extraordinaria liquidez que cada mes inyecta el Banco Central Europeo (sesenta mil millones de euros) apenas parece una gota en un poderoso torrente. En Estados Unidos, Wall Street multiplicó su valor gracias a inyecciones de este tipo. ¿Por qué no sucede lo mismo en las bolsas de la zona euro? Quizá suceda en los próximos meses.
EL MIEDO TAMBIÉN COTIZA
En las bolsas cotiza todo y especialmente el miedo. La Bolsa de Chicago para futuros vende contratos que miden el grado de miedo del mercado. Es el ViX (Fear Gauge), que no son más que opciones de venta sobre acciones del índice Standard & Poors 500. Cuando estalló en agosto la crisis de China, el ViX cotizó a 30; en la quiebra del banco Lehman llegó a 180. Hoy se aproximaba a veinte y aunque no llega todavía a su media a largo plazo, que está en torno a doce, nos indica que el mercado está reduciendo la incertidumbre. En el tratado Las pasio
nes del alma, Descartes situó en el nivel máximo la sorpresa, que es lo que más teme la bolsa. Sabemos que los países emergentes y China no van a ser la fuerza motriz de la economía mundial, y que Europa sigue en proceso de recuperación, pero la bolsa está atenta a los resultados de las empresas que se van a publicar en los próximos días. Posiblemente el índice del miedo mide las mejoras expectativas que esperan los inversores y especialmente los fondos de pensiones.
El índice del miedo, el ViX (Fear Gauge), ha bajado hasta 20 cuando estaba a 30 durante el estallido de la crisis de China a finales de agosto”