“Un equipo, una familia”
El sindicato IG Metall y los trabajadores de Volkswagen temen por sus empleos pero cierran filas en defensa de la empresa
En el vestíbulo de la filial de Wolfsburgo del sindicato IG Metall, el mayor de Alemania, un escarabajo de 1949 da la bienvenida. IG Metall tiene en Wolfsburgo 86.000 afiliados, y desde sus ventanas acristaladas se divisa, al otro lado del Mittellandkanal, la histórica fábrica de ladrillo rojo de Volkswagen. La identificación laboral y emocional con el gigante alemán del automóvil, o con los componentes que para él se fabrican en la región, es total. “Un equipo, una familia” es el eslogan, surgido al calor del escándalo, por el que el sindicato metalúrgico –rama local y consejo nacional- y la plantilla de VWquieren demostrar a la sociedad que están unidos ante la adversidad. Este mes han encargado diez mil camisetas con el lema –que incluye el logo VW en blanco y negro, y en rojo pequeño el del sindicato-, diez mil adhesivos y cinco mil chapas. “Con energía delictiva, unos cuantos han lesionado el buen nombre de la empresa y en consecuencia también el de los trabajadores; los compañeros y compañeras siempre han ido al trabajo con la conciencia tranquila y con su mejor conocimiento, y eso vale también para el futuro”, dijo al presentar la iniciativa Hartwig Erb, líder de IG MetallWolfsburgo. “Encargaremos más camisetas en los próximos tiempos, hay compañeros de IG Metall en otras empresas que también quieren mostrar su solidaridad”, dijo el segundo del sindicato, Lothar Ewald. Pasados el estupor y la incredulidad, los trabajadores de VW en Wolfsburgo cierran filas en torno a una empresa que, en muchos casos, dio de comer a sus abuelos. El pasado 6 de octubre, en una reunión de 22.000 trabajadores, escucharon al nuevo consejero delegado del grupo VW, Matthias Müller, prometer que haría todo lo posible por que Volkswagen “también en el futuro provea puestos de trabajo buenos y seguros”. Hay miedo, pero también ganas de superarlo, porque a todos les va mucho en ello. “Volkswagen atraviesa una situación difícil; ahora es más importante que nunca estar próximos a los compañeros, y hablar con ellos de sus preocupaciones y de sus dificultades”, explica la coordinadora del consejo sindical, Daniela Cavallo. Esta semana han tenido una reunión con una veintena de sindicalistas activos sobre un tema que preocupa y al que muchos analistas atribuyen el desastre de los motores trucados: la necesidad de transformar la cultura corporativa interna de Volkswagen. “Los compañeros no deben tener miedo alguno de hablar abiertamente de los problemas; el consejo insiste en esa cultura del diálogo, nosotros también queremos ser en eso un modelo que seguir”, sostiene Cavallo. Pero un paseo por la zona entre la histórica Tor Sandkamp –una de las entradas a la antigua fábrica- y las instalaciones de Volkswagen a lo largo del canal, muestra a trabajadores de VW en actitudes poco locuaces, al menos con la prensa. “Todo el mundo habla de lo mismo –afirma uno de ellos, que dice llamarse Frank pero no quiere dar su apellido–. Todos tememos que bajen las ventas, que la empresa tenga que pagar muchas multas, y que al final nos cueste el puesto de trabajo. Nosotros no sabíamos nada de esto, pero nos afectará igualmente”.
Los trabajadores de las 2.200 empresas nacidas en el área de Wolfsburgo para satisfacer demandas de VW –tanto suministradores de componentes como prestadores de servicios– también tiemblan. Pero, aunque la procesión va por dentro, en IG Metall prefieren no ser demasiado catastrofistas. Daniella Cavallo recuerda que los trabajadores de VW afrontaron en el pasado graves crisis de las que lograron salir, “como en 1993, cuando se pasó a la semana de cuatro días para evitar suprimir empleos, o en el 2005, cuando se descubrieron casos de corrupción en el comité de empresa”. “Ahora es más importante que nunca hablar de las preocupaciones”, dicen en el sindicato Sindicato y plantilla han encargado diez mil camisetas y adhesivos con un lema surgido de esta crisis