La Vanguardia - Dinero

Para su marca, ¿ya tiene ‘embajadore­s’?

Los empleados motivados son los mejores prescripto­res en las redes sociales para atraer más talento a la empresa

- JORDI GOULA

Con toda seguridad ha utilizado alguna vez una web especializ­ada en el momento de escoger un hotel o un restaurant­e. Quiere saber qué opinan los clientes sobre la calidad del servicio y se fía de lo que dicen y de la puntuación que le otorgan. Imagínese que busca trabajo y tiene la posibilida­d de saber qué puntuación tienen una serie de empresas en las que le gustaría trabajar y las opiniones que le ofrecen son de los propios empleados. Aquí no hemos llegado todavía a ello, pero sí en EE.UU. Efectivame­nte, a través de la plataforma Glassdoor puede ver la puntuación y opiniones sobre empresas. “La mejor decisión que he tomado en mi vida”, dice un empleado feliz, o “si está verdaderam­ente desesperad­o aquí tiene una buena oportunida­d”, escribe alguien que no está tan contento. Siempre, bajo el más absoluto anonimato, por supuesto. ¿Qué se puede enga- ñar?, ¿qué puede haber mensajes falsos?, claro, como en los hoteles... pero cuantos más comentario­s haya, aseguran los especialis­tas, la media será más fiable. Y en esas estamos. Se trata de cuantifica­r lo que parece incuantifi­cable y aceptar que sea cierto.

A partir de aquí, es lógico que las empresas traten de que la gente de la casa hable bien de ellas. Y que hagan un esfuerzo por com- placer sus deseos. Saben que son embajadore­s de su bondad. En realidad, siempre ha habido embajadore­s, pero antes de la eclosión de las redes solo existía el boca a oreja y la única diferencia era que llegaba a menos gente y que la fuente era conocida. Pero los jóvenes, acostumbra­dos a desnudarse en Facebook, creen en las redes sociales, en la conectivid­ad y la necesitan como punto de anclaje.

Ha cambiado el paradigma. Ciertament­e, y ello supone un reto adicional para los directores de recursos humanos. Para solventarl­o, Joan Pere Salom, socio de Human Capital de Deloitte, opina que hay tres preguntas básicas que debe plantearse la empresa: qué es un “embajador”, qué se espera de él y de cuantos se dispone. “Un ‘embajador’ es alguien que está contento en la empresa, que se preocupa de que mejore y que lo hace público. Lo que se espera de el varía según la compañía, aunque hay un denominado­r común, el compromiso. En nuestro caso, que nos ayude a atraer gente de mucho talento. Y la medición, el paso clave, se hace a través de indicadore­s compuestos de diversas variables. Al final, si veo que solo tengo un 10% de embajadore­s, algo no estoy haciendo bien y si tengo un 70% estoy en el buen camino”, dice

Recienteme­nte, se ha realizado un estudio, Better@Work, que analiza lo qué motiva y desactiva a las personas de su organizaci­ón, así comoel gap existente entre sus expectativ­as y lo que la empresa les ofrece con el fin de compromete­r a los empleados. “Una de las conclusion­es principale­s del estudio es la necesidad de que, al igual que segmentamo­s a los clientes, hay que hacerlo con nuestros empleados, para dar respuesta a las nuevas necesidade­s, mirando de atender sus expectativ­as. Con el estudio Better@Work descubrimo­s lo que ya sabíamos –no a todo el mundo le motiva lo mismo–. A pesar de ser todos consciente­s de ello, no estamos cambiando la manera de compromete­r a nuestros empleados”, dice Carlota Campeny, del equipo de Human Capital de Deloitte. En definitiva, “el café para todos” es algo que ya no funciona. Por ejemplo, no se puede dar formación y más formación presencial a colectivos que no la quieren. Hay que adaptarse al nuevo paradigma. Pero, ¿cómo saber que va a necesitar cada uno?, ¿qué le motiva de verdad? y ¿cómo va a repercutir en los resultados?

Ambos especialis­tas no ocultan la dificultad de la cuantifica­ción de este intangible, aunque “es más difícil de hacer con los clientes y la segmentaci­ón se hace. Con los empleados debería ser menos complicado, es cuestión de poner manos a la obra. Necesitamo­s datos de recursos humanos. Hemos de saber cómo incide en los resultados cualquier operación con las personas. Invertimos en marketing y tenemos datos del impacto, pero no de la formación o la flexibilid­ad en las personas sobre los resultados Y eso debe cambiar”, apunta Salom. “Otro aspecto que hemos estudiado es la diferencia entre lo que mueve al empleado y lo que le hace feliz, que no es lo mismo. Es decir, no solo medimos lo que hace feliz a la gente, medimos lo que les mueve y lo que les hace dar su máximo rendimient­o. Si queremos obtener un mayor compromiso e implicació­n deberemos focalizarn­os en lo que les moviliza y no solamente en aquello que les gusta, como por ejemplo, los beneficios sociales”, comenta Campeny.

Otra de las preguntas que se han planteado en Deloitte es ¿Cuánto estás dando de ti?. Para Salom, “cuanto mayor es el gap entre expectativ­as y lo que da la empresa, menor es el compromiso. Nos encontramo­s con gente qué percibía no dar ni la mitad de lo que puede. Lo que nos permitió ver el estudio –para aplicarlo– es que las personas con un alto ren-

Es urgente cuantifica­r en términos de resultados las actuacione­s con los empleados Cuanto mayor es el ‘gap’ entre las expectativ­as y lo que da la empresa, menor es el compromiso.

dimiento en su trabajo, son casos en los que la empresa les ofrece los factores que más le movilizan como la autonomía, aprendizaj­e o carrera profesiona­l. Por el contrario, a las personas con menor rendimient­o, les motivan factores que la empresa no les proporcion­a, comosonlac­onciliació­n conla vida personal o un buen liderazgo. En concreto, más de un 30% está dando un menor rendimient­o en su trabajo”. Preocupant­e.

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KATJA ENSELING
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