Inquietud y revisión de las previsiones
En el trimestre que acabamos de cerrar las bolsas mundiales han tenido el peor comportamiento de los últimos cuatro años. Esto ha ocurrido en un ejercicio en el que todos los analistas auguraban un buen año bursátil, y así ha sido con episodios de extrema volatilidad hasta principios de verano. Sin embargo, las revalorizaciones que se habían acumulado han sufrido importantes recortes y la mayoría de los índices mundiales se han situado muy cerca de los niveles de principios de año o incluso por debajo.
¿Qué ha provocado esta variación en las expectativas? Desde agosto se han detectado cambios significativos en el entorno económico internacional. Los más relevantes son el debilitamiento de la demanda mundial, el deterioro de las condiciones financieras en el conjunto de la economía global y, finalmente, la desaceleración del crecimiento económico.
EL CASO CHINO
Es un hecho comprobado que la economía china ha reducido su ritmo de expansión. Es la segunda economía más importante del mundo con el 14% del PIB, y este menor crecimiento tiene un impacto muy importante en el conjunto de la economía mundial. Es la mayor exportadora, pero también una de las mayores importadora de bienes y servicios del resto del mundo. La reducción de la demanda china, unida a la caída del precio de las materias primas, está afectando a los ingresos por exportación de países emergentes de Asia, América Latina y África. Pero también provoca un descenso de las exportaciones de los países desarrollados. Los últimos datos sobre el comercio exterior ratifican esta situación. En septiembre las importaciones chinas, en tasa interanual, se han reducido el 20,4%, y las exportaciones hancaído un3,7%. Ello responde al cambio de modelo productivo, la contribución de la industria al PIB es inferior al 50% y ya es superada por la aportación de los servicios. Todo ello ha supuesto un debilitamiento de la demanda mundial.
La segunda causa que ha provocado un cambio en las expectativas ha sido el deterioro de las condiciones financieras a escala mundial. Su origen está en la liberalización del tipo de cambio del yuan por el Banco Popular de China (BPCh) de este verano, que ha significado unimportante factor de perturbación para las economías emergentes, más sensibles a las alteraciones de los precios relativos. Además, la devaluación del yuan movilizó las reservas que el BPCh tenía depositadas en la Reserva Federal de EE.UU. lo que provocó una fuerte reducción de la liquidez mundial, contribuyendo a los importantes ajustes en las bolsas mundiales que han provocado una notable sensación de precariedad entre los inversores.
Todo ello, junto al efecto de la finalización del quantitative easing y a la previsión del inicio de la elevación de tipos de interés de la Reserva Federal, está afectando a las condiciones de financiación de las economías emergentes, pero también está poniendo en duda que el volumen de reservas de la economía china pueda seguir financiado los déficits públicos y privados del resto del mundo al ritmo que lo venía haciendo.
Por último y como tercer factor que pesa en el ánimo de los inversores, hay que señalar las previsiones de crecimiento que están realizando las instituciones económicas internacionales más importantes. Todas coinciden en queserá complicado conseguir los objetivos de crecimiento mundial establecidos para este año y el siguiente. El crecimiento económico seguirá siendo demasiado débil para rebajar los niveles de endeudamiento y la presión deflacionista no se ha corregido.
Todo ello ha provocado un cambio muy importante en el sentimiento de los inversores, ya que tienen la certeza de que la previsión de crecimiento delos beneficios de las compañías deberá ajustarse significativamente ala baja. La fuertes caídas de las cotizaciones ya han reducido los múltiplos, pero es preciso tener mayor visibilidad de cómo evolucionaran los beneficios para poder establecer si el mercado está en precio o sobrevalorado. En este contexto marcadamente inestable se seguirán produciendo episodios de alta volatilidad que afectarán de manera negativa al sentimiento delos inversores y, por tanto, a los índices bursátiles. Es necesario que se produzcan impulsos claros que propicien un cambio sólido en la tendencia negativa en la que en estos momentos se encuentra el mercado.
“La volatilidad seguirá elevada lo que afecta negativamente al inversor y, por tanto, a las bolsas”