Revivir el paseo de Gràcia
Este piso situado en una de las avenidas principales de Barcelona fue rehabilitado para devolverle su uso original como vivienda
El paseo de Gràcia de Barcelona ha sido muchas cosas: hasta 1827 un camino que unía Barcelona con el pueblo de Gràcia. Después, una ancha avenida con cinco calzadas paralelas entre campos, huertos y –¡dos millares!– de árboles. A lo largo del siglo XIX se llenó de jardines y teatros, hasta una decena. Entre 1890 y 1925 devino centro residencial de la alta burguesía barcelonesa. El salón principal, con 60 m2 de superficie, dispone de dos tribunas a la calle
Cuando los actuales propietarios adquirieron a medidos de los años noventa del siglo XX este esplendido principal, había estado ocupado durante más de dos décadas por las oficinas de una entidad bancaria. La rehabilitación para devolverle su uso originario como vivien- da fue profunda. En ese momento se atisbaba un inicio de recuperación del paseo de Gràcia para uso residencial más allá de oficinas o despachos de notarios. De instalarse allí les sedujo la magnificencia del piso en sí, pero también la centralidad de la avenida, el lujo de tenerlo todo a mano, ir a pie a todas partes. HACER LAS AMÉRICAS La actual propietaria, vinculada al mundo del arte, además de dirigir el proyecto documentó a fondo la historia de la casa Malagrida, apellido de su promotor. Manuel Malagrida había hecho las Américas con el comercio de tabaco y la producción industrial de cigarrillos. Tras doce años viviendo en Argentina, donde amasó su fortuna, este prohombre nacido en Olot se asentó en Barcelona. Encargó un edificio de cinco plantas al maestro de obras Joaquim Codina. Aunque él mismo dejó allí su impronta.
Construido entre 1905-1908 con piedra de Montjuïc, se instaló con su familia a vivir en el piso principal, con acceso por una regia escalera de mármol en cuyo arranque luce un cupido coronando el pilar, del escultor Pere Ricart. La vivienda dispone de 950 m2 y un delicioso patio en el interior de manzana. En el salón principal, que ocupa 60 m2, la riqueza de las artes decorativas de la época se pone de relieve en los espectaculares techos ornamentados con volutas y flores de yesería. En la reforma hubo sorpresas, se descubrieron dos óleos sobre telas circulares con celajes y ángeles, ocultos bajo la pintura blanca, y paredes con pinturas policromas de estilo rococó. Enormes puertas correderas de doble hoja cierran los dos arcos aplanados que lindan con las amplias tribunas simétricas hacia al paseo de Gràcia.
ARTE DE SU TIEMPO
En los suelos se alterna la madera ornamentada con el mosaico hidráulico. Impresiona el tocador femenino, con un conjunto tallado en mármol enmarcado por guirnaldas. Malagrida, hombre sensible a su tiempo, aplicó el arte a su propia empresa. Publicitó su marca Cigarrillos París con carteles del pintor catalán modernista Ramon Casas o Alfons Mucha, máximo exponente del art noveau checo.
Todo el edificio respira suntuosidad: Desde el vestíbulo que da a la calle con arrimaderos moldurados de mármol de Carrara y estuco al fuego, al trabajo de forja que envuelve el ascensor. La caja de escalera que conduce al principal queda cubierta por una cúpula de vidrios emplomados, que le procura luz natural. En lo alto de la escalinata, una puerta de caoba maciza da la bienvenida entre una galería de arcadas con columnas de mármol, decoraciones de tréboles en bajo relieve y dorados, y un conjunto de espectaculares vidrieras.
Los techos van espectacularmente ornamentados con volutas y flores de yesería Una escalera privada de mámol de Carrara conduce hasta la puerta de entrada de caoba