La Vanguardia - Dinero

Bodegas que miman el clima

La empresa Torres despliega un plan para reducir las emisiones de CO en todo el ciclo productivo

- Antonio Cerrillo

Cómo ha llegado usted hasta Vilafranca? –nos pregunta cordial, al recibirnos, Miguel A. Torres, presidente de Bodegas Torres.

–He cogido el tren en Barcelona, aunque para llegar hasta aquí se tarda más de la cuenta –contestamo­s dubitativo­s sin entender la intención desupregun­ta.

–Bueno, ha hecho bien. Es una buena elección. Necesitamo­s reducir emisiones de gases invernader­o –sentencia Miguel A. Torres.

Una vez superada la inesperada prueba de fuego, la conversaci­ón se hace distendida con este hombre, amante de las aves, pionero en planificar la viña adaptándol­a al cambio climático y que escruta incluso la huella de carbono en sus horas de ocio en alta mar. De hecho, su empresa ha convertido la reducción de emisiones de CO y

2 la mitigación del calentamie­nto en un eje estratégic­o: en motor de importante­s inversione­s en energías limpias que redundan en ahorros de costes energético­s y económicos.

La idea de ahorrar energía y fomentar las fuentes limpias y renovables es una filosofía que impregna todo el ciclo productivo. Las bodegas han evitado esos monumentos ostentosos propios de la florecient­e arqui- tectónica vitiviníco­la española y están ocultas bajo tierra, protegidas con arena blanca en superficie para devolver la insolación y mantener el aislamient­o del subsuelo; el peso de las botellas se ha reducido un17% de media, lo que supone una reducción igual de las emisiones de vidrio, y prosigue la política de compras de suelo para viña para adaptarla a cambio climático mientras se recupera los sabores de cepas locales relegadas. Son ejemplos de compromiso­s adquiridos de manera voluntaria. Combatir el cambio climático se ha convertido casi en una segunda imagen de marca.

El plan puesto en marcha tiene como meta última reducir un 30% las emisiones de CO genera

2 das por botella entre el año 2008 y el 2020, según un cálculo que ha tenido en cuenta tanto las emisiones producidas en la propia empresa, las derivadas por el uso de la energía (compra de electricid­ad, calor…) y las de los proveedore­s, pues el 91% de las emisiones son atribuible­s a estos últimos (cultivo, embotellad­o, transporte y empaquetad­o...).

Y ya hay resultados relevantes. “Hemos reducido un 38% las emisiones de CO propias y las del uso

2 de energía en estos últimos seis años”, explica Josep Amadó, director de Medio Ambiente de Bodegas Torres. Así, lo confirman los datos de las auditorías de la empresa certificad­ora Lloyd’s (las bodegas están adheridas también al registro de huella de carbono, compensaci­ón y proyectos de absorción de dióxido de carbono del Ministerio de Agricultur­a y al programa Acords-Volunt ar is del a Generalita­t).

En cambio, las emisiones que son responsabi­lidad de la cadena de suministro (proveedore­s) sólo se han recortado un 5%.

Por eso, la meta ahora es que los proveedore­s también arrimen el hombro (unos 900 proveedore­s de uva, más suministra­dores de vidrio, papel, empaquetad­o). “Les hemos pedido que también hagan un esfuerzo por cuantifica­r sus emisiones y elaboren inventario­s en su propia organizaci­ón, para conocer la situación de partida como paso previo para abordar planes de reducción de emisiones para el 2020”, explica Josep Amadó.

El proveedor de uva tiene mucho camino por recorrer: reducir el uso de combustibl­e en tractores, labrar menos, emplear de manera más racional los productos fitosanita­rios y los fertilizan­tes, cuidar las transforma­ciones del uso del suelo para no generar máse misiones (al transforma­r zonas forestales en agrícolas...) o compensar la pérdida de zonas arboladas. A los suministra­dores se les ha pedido que reduzcan un 15% las emisiones mejorando la eficiencia en sus procesos y que los recorten otro 10% reduciendo los materiales empleados (aminorando el peso de vidrio o cartón, o mejorando el diseño o el empaquetad­o).

Laempresa, además, está intentando adaptarse al cambio climático comprando tierras a mayor altitud y latitud, ya que por cada cien metros de altura baja un grado la temperatur­a. A finales de los años 90 compraron en Tremp unas 200 hectáreas de terreno, a 950 metros de altura (en donde ya hay plantadas 124 hectáreas con diferentes variedades de uva, algunas ancestrale­s, para evaluar cómoseadap­tan al suelo y a unclimamás­frío, y valora cómo son sus vinos en comparació­n con los del Penedès, por ejemplo).

Y están viendo que en muchos casos los vinos son de gran calidad. Asimismo, en 2012 compraron 195 hectáreas en Benabarre, en el Pirineo aragonés, a 1.200 metros de altura, aunque todavía hace demasiado frío para el cultivo de la vid. Habrá que dar más tiempo al cambio climático.

El objetivo es reducir un 30% la emisión de dióxido de carbono por botella entre el 2008 y el 2020, y ya han recortado un 38%

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Instalació­n de 12.000 m2 de placas fotovoltai­cas, con las cubas de acero inoxidable para el vino en el municipio de Pacs del Penedès, a cinco kilómetros de Vilafranca

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