Una nueva reforma laboral
El empleo crece pero no lo suficiente para rebajar el paro a la media europea
¿Para qué ha servido la reforma laboral? Para algunos para sacar a España de la crisis, aunque para otros para precarizar el empleo y abaratar el despido. Lo que está claro es que a nadie le deja indiferente y que se ha convertido en uno de los puntos neurálgicos de la campaña electoral.
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha prometido solemnemente derogarla si gana las elecciones. Esta postura la comparten y aplauden Podemos e Izquierda Unida, que se han posicionado con CC.OO. y UGT, quienes sueñan con volver a recuperar el poder sindical que tenían antes de la crisis.
Toda la izquierda coincide en revertir la reforma que en el 2012 aprobó la ministra de Trabajo Fátima Báñez, pero no pasa lo mismo con la derecha. Oficialmente el PP se muestra autocomplaciente. Sólo en este año último año se han creado 545.000 puestos de trabajo y hay 576.900 parados menos. Sin embargo, y, muy en privado, cada vez se oyen más voces autorizadas que recuerdan que desde hace un año la creación de empleo se ha clavado en un aumento del 3,3% a pesar de que el PIB sigue creciendo y que a este ritmo se tardará más de una década en volver a si- tuar la tasa de desempleo por debajo del 10%, la media europea.
El presidente de la patronal CEOE, Juan Rosell, también pide una nueva vuelta de tuerca, pero en sentido contrario al que reclama la izquierda. En su opinión, hay que adaptar el nuevo marco laboral al profundo cambio que está experimentando un mundo global que nos obliga a ser cada vez más competitivos.
El cerebro gris de Ciudadanos, Luis Garicano, defiende la reforma de Báñez porque ha permitido a las empresas ajustar sus cos- tes a una menor demanda, al permitir rebajar sueldos en lugar de reducir plantillas: “Pero el gran problema de la dualidad sigue sin resolverse. Los fijos están sobreprotegidos mientras que los temporales prácticamente no tienen ningún derecho. Este problema sigue sin resolverse, a pesar que desde el 2008 se han hecho tres reformas laborales, porque ni a los sindicatos ni a la patronal les interesa cambiar esta situación”.
En su opinión, “a la patronal ya le van bien las altas tasas de precariedad que existen porque tiene a su disposición un auténtico ejército de trabajadores temporales con poca protección. Y los sindicatos simplemente defienden los derechos de los insiders, que representan la inmensa mayoría de sus afiliados”. Por su propia naturaleza, los sindicatos tienen un carácter corporativo que les lleva a defender a sus afiliados y olvidarse de quienes no lo son.
Todo esto indica que tendremos una nueva reforma laboral en la próxima Legislatura, sería la cuarta reforma desde que en el 2008 se inició la crisis financiera.
Sin embargo, y a la vista de la última encuesta del CIS, todo hace pensar que no va a ir en la línea que piden los sindicatos y que apoyan todos los partidos de la izquierda, sino en línea de lo que están exigiendo la Unión Europea y los organismos internacionales. Probablemente Mariano Rajoy volverá a ser reelegido con el apoyo de Ciudadanos.
El PP y C’s coinciden en que la reforma laboral ha servido para crear empleo y para dar flexibilidad a las empresas. También están de acuerdo en que no se puede devolver la capacidad de veto que tenían antes de la crisis CC.OO. y UGT. Están de acuerdo en que es necesario reforzar la negociación colectiva sectorial en la empresa frente a los convenios de carácter estatal. Pero sobre todo, son partidarios de acabar con la dualidad laboral, en eliminar la precariedad que impera en el mercado laboral español.
Formalmente estos cuatro años se saldan con menos ocupados (105.000 menos) y aún menos parados (437.000). Esto significa que la reforma fue un tapón que evitó la salida de los trabajadores de las empresas. Cuando el PIB comenzó a crecer a partir del 2014, se empezaron a crear puestos de trabajo a buen ritmo. No obstante, todo hace pensar que los efectos se han agotado. Habitualmente se comete el error de analizar la reforma como algo aislado del resto de cambios que han permitido superar la crisis y que han ido dirigidos a abaratar todos los costes de las empresas: financiero, energético, fiscal y administrativo.
Por tanto, para realizar un análisis de la reforma laboral es necesario tener en cuenta el ajuste de empleo que se ha producido en el sector público para controlar las cuentas públicas. En cuatro años se han destruido 246.300 empleos en las plantillas de las administraciones. Por el contrario, se han creado 209.300 empleos en el sector privado.
Hasta que entró en vigor la reforma laboral, el empleo privado se reducía a un ritmo del 6,5% anual. Un año después la sangría se había detenido y se empieza a crear empleo. En la medida en que se fue acelerando el crecimiento económico, la situación se traslada al empleo, que alcanza una tasa de crecimiento del 3,3% anual. Pero se atasca. Es decir, que ha servido para la crisis pero no para la expansión. Alemania necesitó cuatro planes Hertz hasta que dio con la fórmula.