Biogás, otra renovable contra las cuerdas
Los cambios regulatorios ponen contra las cuerdas a esta energía
Sorprende la gran implantación y el buen funcionamiento que el biogás tiene en Alemania y Suecia mientras en España su peso es bajo, aunque creciente.
Como todas las energías renovables en España, el biogás se encuentra en estado de espera. Las modificaciones realizadas en el marco normativo durante los últimos años han cambiado las reglas de juego. Y nadie sabe si volverán a cambiar tras las comicios del 20-D. En este sentido, el biogás no es una exepción, pero sorprende ver la gran implantación y el buen funcionamiento que tiene en países como Alemania y Suecia mientras en España su peso es bajo, aunque creciente.
El biogás es un combustible gaseoso que se obtiene de la degradación biológica de materia orgánica y que puede ser usado para la producción de electricidad y/o calor, se puede inyectar a la red de distribución de gas natural o bien ser usado como combustible en el transporte. Esta materia orgánica puede proceder de residuos agropecuarios (como purines), lodos de depuradoras de aguas residuales o la fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos. Es decir, con el biogás no sólo se produce localmente energía renovable, sino que además se da una salida a determinados residuos.
“Al biogás hay que reconocerle un gran valor añadido: el tratamiento y la valorización de residuos. Es un avance hacia el que se conoce como economía circular”, afirma Martí Solà, director general de la Fundación Gas Natural Feno- sa. De la misma opinión se muestra Belén Covelo, de la cooperativa Som Energia: “El biogás es rentable, necesario y tiene todo el sentido del mundo”.
¿Cuál es la situación actual en España? “La implantación es baja. Sólo hay unas 30 plantas más grandes de 500 kW”, indica Solà. Pero el biogás “no es una energía de grandes potencias sino más bien de muchas instalaciones de poca potencia”, advierte. Otra característica es que son plantas cercanas a la materia prima.
Un buen ejemplo de este mo- delo es el de la planta de biogás que posee Som Energia en Torregrossa (Pla d’Urgell). Consiste en una planta de producción de energía eléctrica a partir de la valorización de purines y otros subproductos orgánicos, de 500 kW de potencia. Tiene capacidad para producir anualmente el consumo equivalente de 1.300 familias, aunque en la actualidad está funcionando al 80% de su capacidad. Al principio, la mayor parte de la electricidad que generaba la planta se exportaba a la red eléctrica de distribución, debido a su mayor precio, mientras que el calor producido se utilizaba para calentar la planta y como calefacción para la granja adyacente que aporta los purines. Ahora la electricidad generada es usada en primer lugar para autoconsumo y el sobrante es inyectado a la red, explica Covelo. Sin embargo, la experta advierte que ahora mismo el biogás no es rentable desde el punto de vista económico.
En el otro extremo, está el Parque Tecnológico de Valdemingómez (Madrid). Se trata de la “única planta en Europa que inyecta biogás en la red de distribución de gas natural en alta presión”, explica Solà. A pesar de las polémicas en las que se ha visto envuelta la planta, el experto asegura que “es un caso de éxito en Europa por su tamaño y está considerada como una referencia”. Sólo durante el año pasado inyectó en la red el biometano (biogás compatible con gas natural) equivalente a 67.076 Mwht de energía. La gestión energética del Parque Tecnológico evita anualmente la emisión de más de un millón de toneladas de CO y produce energía eléctrica para autoabastecer sus necesidades energéticas y para abastecer a alrededor de 60.000 viviendas o para alumbrar la ciudad de Madrid durante un año.
A pesar de este megaproyecto, el biogás en España todavía tiene por delante muchos obstáculos, empezando por el marco legal, los largos y complejos procesos burocráticos, el elevado precio de ciertas tecnologías o el reciclaje incorrecto.
“La implantación en España es baja. Sólo hay unas 30 plantas más grandes de 500 kW” “El biogás tiene un gran valor añadido: el tratamiento y la valorización de residuos”