Existen otros “12 de octubre”
En Estados Unidos todo es distinto y lo que en Madrid es la fiesta de la Hispanidad, en Nueva York el 12 de Octubre es el día de Colón (del inglés, Columbus Day). La colonia italiana desfila para celebrar la hazaña del genovés con bombos y platillos. En Catalunya es algo muy diferente, porque nos recuerda que los republicanos que pudieron cruzar los Pirineos malvivieron en los campos de concentración de Francia. En las playas de Argelèssur-Mer arriesgaron su vida por el abandono de las autoridades francesas. Muchos murieron de hambre, tuberculosis y frío. A los que entonces éramos niños nos dejaron en la frontera.
Afortunadamente, la mayoría de gobiernos de América Latina fueron solidarios, y el presidente de México, el general Lázaro Cárdenas, fletó buques para transportar a los vencidos de Catalunya y a los derrotados en Valencia y les dieron cobijo y los medios para empezar una nueva vida. En toda América Latina se crearon Casals de Catalunya y los mejicanos dijeron luego que por fin les llegaban los universitarios que necesitaban para mejorar sus universidades. La Universidad de México se fundó años antes que la de Harvard, pero la gestión y los destinos fueron distintos. Las semillas de los universitarios catalanes pagaron con creces lo que el presidente Lázaro Cárdenas les había brindado en los peores años de sus vidas.
Luís Buñuel pudo desarrollar su cine surrealista porque en una sociedad en la que no se teme a la muerte y está presente en el imaginario colectivo encontró lo que necesitaba para la película Viridiana.
La diáspora de los catalanes que buscaron una nueva vida en el otro lado del Atlántico fue muy rica en resultados, porque se dedicaron a la enseñanza universitaria y crearon escuelas desde el cono Sur hasta Estados Unidos. El mejor filósofo de Catalunya, Josep Ferrater Mora, dejó su saber en Chile y empezó el mejor diccionario de filosofía de aquellos tiempos y extendió sus enseñanzas hasta las universidades de Boston. Lo mismo hicieron en Mé- xico Agustí Bartra en sociología y, entre muchos otros, el filósofo José Gaos, discípulo de Ortega y Gasset, estudió en Alemania con Martin Heidegger y tuvo la influencia de Edmund Husserl, entonces la corriente dominante en la filosofía.
En Venezuela, el historiador Pere Grases, especializado en el libertador de las américas, Simón Bolívar, emigró a Caracas en 1937 y fundó la revista de vanguardia catalana Hèlix. Su generación se destacó por los intelectuales de su entorno, desde Guillermo Díaz-Plaja, a Joan Ramon Masoliver y el jesuita Miquel Batllori, insigne historiador. En la Universidad Central (Caracas) tuvo una cátedra de Fisiología Agustí Pi i Suñer; en filosofía, David García Bacca, aragonés que estudió en Barcelona y en centro Europa, creó un grupo de humanistas y filósofos.
Años más tarde, cuando el franquismo prohibió muchos de los mejores libros, la editorial Fondo de Cultura Económica, desde México DF, abasteció a los universitarios de toda España con los mejores textos y traducciones y desde Buenos Aires otros catalanes nos hicieron llegar los libros prohibidos de la literatura y la historia. Sánchez Albornoz seguía en el exilio, con su debate histórico con Américo Castro, a raíz de su libro, España,
un enigma histórico”, cuyos ecos llegan todavía hoy a la piel de toro.
Josep Lluís Sert emigró también a Estados Unidos y fue decano de la Escuela de Arquitectura de Harvard. El mejor filólogo de la lengua catalana, Joan Corominas i Vigneaux, se vio obligado también a emigrar, pero en 1946 consiguió una cátedra en la Universidad de Chicago. Entre los años 1980 y 1991 escribió el célebre Diccionari etimòlogic… y rechazó todos los premios y honores de los gobiernos españoles y escribió “la única nación mía y mi única lengua… son la nación y la lengua catalanas”. El Nobel de literatura, Gabriel García Márquez, cuenta en su mejor obra que cerca de la Macondo nacida de su ficción (la actual Aracataca de Colombia), un sabio catalán le había prestado libros. La clínica Barraquer extendió su sabiduría en Bogotá.
Algunos círculos de Barcelona aprovecharon el 12 de octubre para destacar el genocidio de los peores años, como si no lo hubiera hecho ya el padre Bartolomé de las Casas y mejor todavía los sonetos que escribió contra los conquistadores españoles el Nobel de literatura Pablo Neruda, el de los tres Pablos que defendieron la República (Pau Casals, Pablo Picasso y el chileno).
Pero no todo fueron expolios y desmanes. A partir de 1609, los jesuitas organizaron un sistema económico para los indios guaraníes. Se extendieron entre los actuales Brasil, Paraguay y Argentina, con treinta grandes poblaciones, entre los ríos de la cuenca del Plata. Escribieron diccionarios en lengua guaraní y crearon reducciones que eran unidades económicas independientes y se anticiparon casi tres siglos a la organización del trabajo, pues las jornadas eran de seis horas diarias. La propiedad individual era privada sobre una base colectiva y cada familia vivía separada y tenía tierra suficiente para mantenerse de la agricultura y ganadería. Posiblemente fue el primer ensayo de una sociedad en la que los medios de producción y el producto social eran comunistas, pero con sentido humano.
Hoy son más de quinientos millones de habitantes, sin contar los 55 millones que viven en Estados Unidos. Cuando la Unión Europea lucha contra las fuerzas que pretenden disgregarla y no consigue aproximarse a Cuba, Catalunya nunca dejó de contribuir al progreso de los países del otro lado del Atlántico.
El mejor filósofo de Catalunya, Josep Ferrater Mora, dejó su saber en Chile y empezó el mejor diccionario de filosofía de la época” Las semillas de los universitarios catalanes pagaron con creces lo que México les había brindado en los peores años de sus vidas”