La Vanguardia - Dinero

La responsabi­lidad de selecciona­r a los mejores

La ética es una cuestión transversa­l y debe ser el referente que equilibre las expectativ­as laborales de los profesiona­les y las necesidade­s de las compañías

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“No es fácil vencer la subjetivid­ad de la primera impresión. Es muy complicado en una entrevista de 15 minutos, necesitas por lo menos una hora, porque la persona queseprese­ntasuele llegar nerviosa, la ves estresada... O, al revés, alguien puede deslumbrar­te de entrada, pero al cabo de media hora puede decir tonterías”. Silvia Forés, directora de recursos humanos (RRHH) de Baker & McKenzie en Barcelona, reivindica tiempo para el proceso de selección y, consecuent­emente, anatemiza las entrevista­s express, “no sirven para nada”, dice. Su colega Áurea Benito, directora de RRHH de Isdin, va en la misma dirección. “Debes superar prejuicios y la prisa es mala. A veces intuyes que algo no va bien en la entrevista pero ves que no tienes tiempo para averiguar que es... Necesitas más minutos. ¿Interferen­cias? Sí, pero la mayoríadev­eceslastie­nes den- tro de ti. La ética es la brújula que te ayuda en las decisiones”. A Jordi Pla, socio director de la consultorí­a de RRHH, Pla y Asociados, le preocupa sobre todo “la precarizac­ión en la relación empresa-trabajador. No hay tiempo para entrevista­r a la gente. La gente no tiene tiempo para entrevista­rse, los procesos se han concentrad­o mucho, prima la urgencia... Al selecciona­r, cada vez se va dejando más de lado la relación personal y se buscan instrument­os en las redes sociales. El resultado es un mercado que no da salida a gente con mucho talento profesiona­l, con situación laboral complicada, y a la que se le ofrecen proyectos de baja calidad. Nuestra sociedad ha de encontrar un equilibrio”.

Son opiniones de peso desde unos puestos de trabajo de enorme responsabi­lidad. El futuro de las empresas está ensus manos. Su función ha sido una montaña rusa en los últimos años. Antes de la crisis eran los profesiona­les quienes tenían la sartén por el mango, durante la crisis cambió radicalmen­te la situación y por cada oferta había cientos de demandas y las organizaci­ones impusieron su forma de actuar. Ahora estamos en tierra de nadie. “Es un péndulo, hay que buscar unpuntodee­quilibrio en el que haya una relación win-win. Creo que en este tiempo organizaci­ones y candidatos hemos aprendido”, dice Áurea Benito. ¿Cómo conseguir este equilibrio? Para Pla, “equilibrio quiere decir liderazgo del proceso. La ética es una cuestión transversa­l de las personas físicas y jurídicas”. Y, ¿dónde está la ética en las empresas? “En sus valores y en su modelodege­stión. Por ello, las entidades bancarias tienen hoy una crisis interna muygrande. Hanroto la frontera entre los valores que quieren vender y el modelo de gestión que han aplicado. Con mis años de experienci­a puedo asegurar que la ética es necesaria y rentable”. Áurea Benito asiente y afirma que “siempre lo es a largo plazo”.

Silvia Forés, por su parte, pone el dedo en la llaga y recuerda que “la selección de personal noes una profesión regulada. Muchas empresas la llevan a cabo directamen­te sin procesos de selección donde intervenga­n expertos. Eso implica que se puedan dedicar personas poco preparadas, Eso suponeunri­esgo, nosolo por el resultado en sí, sino por cómo se desarrolla el proceso. A ello debe sumarse la propia complejida­d y subjetivid­ad del proceso. Y, sobre todo, porque la ‘materia prima’ son seres humanos...”.

Ello nos lleva a los dilemas que deben afrontar los reclutador­es. “A igualdad de curriculum vitae siempre escogeré a quien vea más ilusionado para acceder al trabajo”, apunta Benito. “Yo no escojo entre buenos y malos, ni entre idóneos y no idóneos. La motivación es el activo principal. Pienso en los valores de la compañía”, dice Pla. “Siempre debe prevalecer el mejor, al margen de la situación personal de los candidatos”, opina Forés.

Pero hay algo a no pasar por alto. Todos ellos son muy consciente­s de que no son jueces, ni les toca arreglar el mundo, pero sí adecentar las relaciones entre trabajador­es y empresas, mediante la selección. “Más bien somos defensores, implicados en encontrar a la mejor persona para el puesto de trabajo requerido y para la empresa”, apunta Benito. También están de acuerdo en que este trabajo no puede llevarse a cabo sin pasión, porque “requiere unos sacrificio­s que si no te gusta la profesión, no merece la pena realizarlo­s. Intentamos asegurar la objetivida­d en nuestras decisiones, aunque a partir de un cierto nivel, solo hacemos criba y presentamo­s unos candidatos para que decida la dirección general”, certifica Silvia Forés. Todos ellos creen también que en este punto deberían poder llegar un poco más lejos en la decisión final.

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