Temor a un nuevo ‘cisne negro’
La prima de riesgo se mantiene inmutable a pesar de la incertidumbre económica y política
Sea cual sea el próximo Gobierno que salga de las urnas el 20-D, el cumplimiento de las reglas del juego está completamente asegurado A un mes de las elecciones generales los riesgos geopolíticos que amenazaban la recuperación económica no han hecho acto de presencia. La prima de riesgo se mantiene inmutable y el Ibex 35 sigue estable con tendencia al alza. Es como si los inversores se mostrasen ajenos a lo que está pasando.
Cuando empezó el ciclo electoral en mayo del 2014 con las europeas, expertos y analistas advirtieron de los riesgos latentes que existían como consecuencia de la crisis institucional y que se visualizó entonces con la abdicación del Rey Juan Carlos en su hijo Felipe. Desde entonces ha pasado de todo, hasta un gran cisne negro como la masacre de París. Sin embargo, el mercado no parece reaccionar.
Eneconomíalascosasparece que van relativamente bien. Todo sigue igual. Como si no se hubiese producido la declaración de independencia del Parlament; como si la amenaza yihadista no fuese con nosotros; como si el mapa político surgido de la Transición no hubiese saltado por los aires; como si los escándalos financieros no cotizasen. En fin, estamos en una calma chicha como si no hubiese incertidumbre y viviéramos en un país políticamente estable. Parece que los inversores han descontado que todo va a seguir más o menos igual después del 20 de diciembre.
Y tal vez tengan razón. Como dice el profesor Nassim Taleb, autor de El cisne negro, los mercados cada día están más acostumbrados a gestionar la fragilidad y el desorden. Pero, sobre todo, porque los analistas más avisados saben que los partidos moderados representan la inmensa mayoría de la sociedad española. Según la última encuesta del CIS, la suma de votantes del PP, PSOE y Ciudadanos suponen el 79% de la inten- Poco a poco se va abriendo paso la idea de crear una Ponencia Constitucional en la próxima Legislatura que aborde el encaje de Catalunya dentro de España. A grandes rasgos, se trataría de incluir una disposición adicional en la Constitución española para que se reconozca la singularidad catalana; un concierto fiscal solidario; competencias exclusivas en materia de educación, lengua y cultura; y una financiación suficiente en las inversiones estatales en infraestructuras. Esta propuesta debería ser cometida “consulta”.
Para algunos la solución sería excesiva y para otros insuficiente, pero probablemente sería aceptada por la mayoría. ción de voto y 287 escaños de los 350 que componen el Congreso de los Diputados.
No es una casualidad, sino una tendencia que se mantiene desde hace cuarenta años. Desde 1976 en que se celebró el referéndum para la reforma política, que suponía terminar el régimen franquista y el inicio del proceso democrático, la suma del centro derecha conel centro izquierda representa tres cuarta partes del electorado. Lo que han cambiado han sido las siglas y las coaliciones electorales, los políticos y sus planteamientos, pero la sociedad apenas se ha movido.
A un gestor de fondos o a un gran inversor le da prácticamente lo mismo que gobiernen el PP o el PSOE, con el apoyo de Ciudadanos o de Podemos. Lo importante es que las grandes cuestiones de Estado no van a cambiar. Sea cual sea el próximo Gobierno que salga de las urnas el 20-D, el cumplimiento de las reglas del juego está completamente asegurado. La postura de los grandes partidos en cuestiones comolaunidadterritorial de España, el pago de la deuda, la reducción del déficit público, la lucha antiterrorista, la política exterior oel mantenimiento enel euro es prácticamente la misma.
Las diferencias son de matiz. Lo importante es que entre los tres tendrán mayoría cualificada para afrontar los cambios institucionales o constitucionales que se puedan pactar. Lógicamente siempre es mejor implicar en estos cambios a los grupos nacionalistas o a los partidos minoritarios, pero desde la perspectiva de la aritmética parlamentaria no serían imprescindibles.
Poresta razón, la declaración de independencia en Catalunya no ha asustado al mercado. Existe un amplio consenso entre los analistas de la banca de negocios que después del 20-D se negociará un pacto fiscal que facilite su encaje en España. Habrá tensiones, pero en los círculos de poder circula el convencimiento que España ni es Grecia ni es Ucrania. En esa dirección irían las declaraciones de Francesc Homs cuando afirma que los independentistas tienen fuerzas para iniciar el proceso de desconexión con España pero no para terminarlo, por lo que será necesario sentarse a negociar con el Gobierno que surja de las urnas.
Todo hace pensar que ese Gobierno seguirá encabezado por Mariano Rajoy con el apoyo de Ciudadanos, que ya ha dicho que no formará parte del nuevo ejecutivo. Tanto si se toma como punto de referencia la última encuesta del CIS o la media de los sondeos publicados por los principales medios de comunicación, el PP aparece como el partido más votado y si a los escaños que se le asignan se le suman los de C’s consiguen con gran diferencia la mayoría absoluta. Sobre el papel no parece haber otra combinación posible que diese lugar a un Gobierno mínimamente coherente. Como dijo el poeta estadounidense James WhitcombRiley: “Cuando veo un pájaro que anda como unpato, nadacomounpatoygrazna como un pato, lo llamo pato”.
Si a esto se le añade que la radicalización del proceso catalán forzado por la CUP y el atentado terrorista de París, favorecen objetivamente el voto conservador, nada hace pensar que Rajoy no vaya a ganar las elecciones con un amplio margen sobre el segundo. Como es obvio también hace feliz a los mercados a quien por su propia naturaleza no le gustan los sobresaltos.
El único temor es que aparezca un cisne negro comoel que ocurrió el 11 de marzodel 2004ylocambie todo.