Proyectar desde la propia obra
La premisa ha sido vaciar el espacio para recuperarlo
La actual vivienda ocupa la suma de una vieja carnicería y un taller mecánico que contaba con piso en el altillo. De ahí los dos grandes portones que dan a la calle. El interior encontrado era un laberinto caótico de tabiques y niveles. La premisa de los arquitectos fue vaciar todo el espacio para recuperarlo.
El presupuesto del que partían era muy ajustado. Los propietarios –una joven pareja, ella alemana, el californiano– se conocieron con Mariné y Ramos –licenciados por la Escuela de Arquitectura de Barcelona en 2005 y 2007 respectivamente– en el Coworking MOB ( Makers
donde profesionales de distintos ámbitos comparten un mismo espacio.
De ese encuentro se derivó la primera visita a la obra. El local a reconvertir en vivienda, y eventual lugar de trabajo, indujo a los arquitectos a liberar el máximo de espacio para lograr una mayor flexibilidad de usos. El proyecto fue avanzando con las sucesivas visitas a la obra y no tanto sobre planos. “Conservar algo de altillo –señalan Mariné y Ramos– vino bien para crear espacios más variados y recogidos. Derribarlo en los extremos permitió liberar por completo las fachadas para dar luz a todas las estancias. Agrupar la cocina, cuartos de baño y lavadero junto a otro patio central, más estrecho, facilitó reducir los recorridos de las instalaciones y vaciar el máximo espacio posible en el resto de la casa”.
Gracias a los generosos ventanales abiertos hacia el patio, hoy repleto de plantas, se ha transformado radicalmente la relación entre interior y exterior. En la fachada principal, las grandes puertas de madera van acristaladas en un 70% de la superficie. El doble cristal aísla térmica y acústicamente, y la capa interior tramada difumina la visión y mantiene la intimidad. Los porticones interiores, nuevos y antiguos, la refuerzan. Como sistema de calefacción se optó por suelo La vivienda actual se asemeja a lo que fue en su origen este lugar, un espacio único con altura que alcanza los 4,5 metros. Las viejas argollas de hierro todavía pinchadas en el muro de ladrillo recuerdan que aquí hubo una cuadra de vacas. Fue en el año 1880 cuando se construyó el edificio de viviendas superior con varias plantas. De entonces data el refuerzo estructural en la viguería y los estilizados pilares de hierro fundido y capitel ornamentado.
La joven pareja que habita esta casa –editores de la revista BCNMES–, necesitaban mucha capacidad de almacenaje para publicaciones y libros. El conjunto de estanterías construidas con tablero de abeto actúan, además, como barandillas en el altillo y separadores visuales entre ambos niveles. En el distribuidor de la entrada adopta la función misma de escalera Y su apariencia de mueble disuade al recién llegado de emplearla. De este modo se preserva la privacidad en la zona superior, reservada a los dormitorios.