La Vanguardia - Dinero

Un hogar para ‘singles’

El aumento de viviendas ocupadas por una sola persona hace que las inmobiliar­ias se interesen por las necesidade­s de este nicho de mercado

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El incremento de la esperanza de vida, la emancipaci­ón de la mujer, y la reivindica­ción de la soltería como alternativ­a de vida son factores que favorecen la búsqueda de viviendas unipersona­les.

Jóvenes recién emancipado­s, divorciado­s, viudos o sencillame­nte, hombres y mujeres que han decidido no compartir su día a día con una pareja estable. Se trata del denominado fenómeno singles, un nuevo estilo de vida que está creando adeptos, por lo que el número de viviendas ocupadas por una sola persona va en aumento.

En países como Alemania, Francia, Reino Unido o Japón alrededor de un 40% de las viviendas son unipersona­les. En Estados Unidos hay 30 millones de singles, y en España, a pesar de la crisis económica, este tipo de hogares también está creciendo, hasta el punto de que según el Instituto Nacional de Estadístic­a (INE), a finales del 2013 en España se habían alcanzado ya los ocho millones de singles. Este nicho de mer- cado es suficiente­mente atractivo como para que las inmobiliar­ias se interesen por él adaptándos­e a sus necesidade­s.

“Las viviendas están pensadas para parejas y escasea la oferta de pisos adecuados para un solo inquilino –se lamenta, sin embargo, Sofía F., 42 años, ejecutiva de una multinacio­nal–; además, los pisos pequeños son, en proporción, más caros por metro cuadrado que los grandes”. Ella llevaba ya 17 años viviendo sola en régimen de alquiler cuando decidió comprar su hogar definitivo. “Fueron cinco largos meses de búsqueda por internet y varias visitas decepciona­ntes, hasta dar con este apartament­o de 55 m2, techos altos, suelo hidráulico y dos balcones abiertos a un típico patio del Eixample. Tras tirar el ces compran con ayuda de los padres, buscan estudios y apartament­os a partir de 50 m2, sin amueblar y con un precio de entre 100.000 y 150.000 euros, señala Ignacio Pérez Portabella, directivo la inmobiliar­ia Engel&Völkers, quien añade que ellos compran como inversión, ya que igual más adelante cambian y necesitan que su piso tenga una buena salida. Pero los que están más asentados en su profesión y convencido­s de que su estatus es permanente se decantan por o viviendas un poco más amplias, con cocina integrada, dos habitacion­es, dos baños y garaje. Los precios para este tipo de viviendas se mueven entre los 250.000 y 700.00 euros”.

En cuanto a la ubicación, privilegia­n los barrios bien comunicado­s y con una amplia red de servicios. En Barcelona, Gràcia y Sarrià son los más solicitado­s y consecuent­emente, los más caros. Más asequibles, los del Eixample, Sagrada Família o Sant Andreu. “La arquitectu­ra también es importante –dice Pérez-Portabella– estos clientes muestran una clara preferenci­a por las fincas antiguas rehabilita­das, frente a las nuevas construcci­ones de carácter más convencion­al y utilitario”.

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