La Vanguardia - Dinero

Una reforma industrial inaplazabl­e

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Las autoridade­s chinas saben que la reforma de su enorme sector industrial público es su gran asignatura pendiente y es un reto que ya no puede esperar más. La integran unas 150.000 empresas, que emplean a unos 30 millones de trabajador­es. Unas cifras que explican la prudencia con que los líderes comunistas encaran su reforma. Ni ellos ni la población han olvidado aún los 21 millones de obreros que fueron despedidos en la primera gran reforma industrial que realizo el gigante asiático en los 90. Ahora toca una nueva reestructu­ración. Pekín evita hablar de despidos. Xu Shaoshi, presidente de la Comisión Nacional de desarrollo y Reforma, la principal agencia de planificac­ión económica del Gobierno, negó esta semana que la reforma exigiera despidos masivos. “Con la orientació­n del Gobierno y arreglos cuidadosos de los gobiernos locales, la reducción de la capacidad excedente no provocará de ninguna manera una segunda ola de despidos”, dijo Xu. Sin embargo, pocos días antes, el ministro de Recursos Humanos y Seguridad Social, Yin Weimin, había afirmado que el Gobierno planea despedir a 1,8 millones de trabajador­es del carbón y del acero, debido al exceso de capacidad productiva. Despidos que se estima que pueden elevarse hasta los 6 millones si se suman otros sectores donde existe sobrecapac­idad productiva, como son la industria cementera, la química y la del vidrio. Una coyuntura generada por las medidas adoptadas por Pekín que han propiciado una expansión de la capacidad industrial del país desconecta­da de la demanda real del mercado y que ahora deberá corregir sin demora. Según un informe de la Cámara de Comercio de la UE en Pekín, el sector del acero, por ejemplo, produce más del doble que sus cuatro principale­s competidor­es juntos (Japón, India, EE.UU. y Rusia) y sólo entre 2011 y 2012 China fabricó más cemento que EE.UU. en el siglo XX.

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