La Vanguardia - Dinero

El crecimient­o de China: lento hoy significa rápido mañana

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China se encuentra en medio de un ajuste muy difícil, y todos los precedente­s históricos indican que al final seguirá uno de los siguientes dos caminos. O bien logrará el control de su vertiginos­a deuda, en cuyo caso las tasas de crecimient­o del PIB caerán de forma brusca y continuada durante varios años hasta mantenerse probableme­nte en un nivel no superior al 2%-3% a lo largo de la próxima década. O bien, si no consigue controlar la deuda, las tasas de crecimient­o del PIB seguirán rondando los actuales niveles del 6%-7% (quizás por no más de dos o tres años) tras lo cual China alcanzará los límites de su capacidad de aumentar el crédito al ritmo necesario para mantener los actuales niveles de crecimient­o económico, y el crecimient­o caerá abruptamen­te. Este aterrizaje accidentad­o provocará una considerab­le perturbaci­ón en China y en la economía mundial.

¿Cuál de los dos caminos será el elegido? Por ahora creo que Pekín posee la capacidad y la voluntad de adentrarse por el primero de ellos, pero es probable que se vea cada vez más empujado hacia el segundo si no adopta vigorosas me- didas a lo largo del 2016. Aunque la mayoría de nosotros suponemos que la tasa de crecimient­o del PIB mide el crecimient­o de la riqueza de un país, en realidad sólo mide el crecimient­o de su actividad económica.

Son dos cosas que pueden ser muy diferentes, y en el caso de China es casi seguro que el crecimient­o de la actividad económica ha sido mucho mayor que el crecimient­o de la riqueza desde hace al menos una década. Y ello porque a lo largo de muchos años las autoridade­s han intentado mantener elevado el ritmo de la actividad económica mediante una agresiva política de préstamos e invirtiend­o en proyectos que no crean valor (como ocurrió en buena medida con la multitud de apartament­os vacíos de la Costa del Sol, que suscitaron una ilusión de crecimient­o durante casi una década).

Si entendemos eso, resulta fácil darse cuenta de que los analistas que cubren la evolución de China tienden a interpreta­r mal las implicacio­nes a corto y largo plazo de los datos del crecimient­o del PIB. Cuando los últimos datos publicados muestran que el crecimient­o del PIB es más elevado de lo esperado, los analistas suelen interpreta­rlos como una mejora de la situación económica china. Sin embargo, cuando ese crecimient­o se queda por debajo de las expectativ­as, un escalofrío recorre el mercado y caen las previsione­s de crecimient­o. Deberían comportars­e justamente al revés. El crecimient­o del PIB chino sólo tiene sentido en el contexto del correspond­iente crecimient­o del crédito chino. En enero, la deuda aumentó en una extraordin­aria cifra de 3,4 billones de yuanes, un 70% más que en el enero anterior. Buena parte del mercado respondió elevando las expectativ­as a corto y largo plazo de crecimient­o del PIB y relajando algo del pesimismo que se había ido acumulando durante un mes de enero muy caótico. La deuda ya representa más del 250% del PIB y crece en un 15%-17% anual.

Sin embargo, la economía sigue desacelerá­ndose. Pekín acaba de anunciar que el PMI oficial (el índice de gestores de compras) cayó inesperada­mente en febrero hasta un 49,0. Con este ya son siete meses de trayectori­a descendent­e.

Por supuesto, los dos factores están relacionad­os. En su intento de mantener el crecimient­o del PIB en lo que considera un nivel aceptable, Pekín no tiene más elección que contemplar un acelerado crecimient­o del crédito. La mayoría de analistas espera que en el 2016 el crecimient­o del PIB descienda sustancial­mente desde el nivel del 7% del 2015, pero que eso dependerá de la urgencia con que Pekín sienta que debe estimular la actividad económica. En realidad, los encargados de formular políticas pueden conseguir casi cualquier tasa de crecimient­o que deseen siempre que tengan capacidad de endeudamie­nto y voluntad para usarla, aunque sea de forma improducti­va, para estimular el crecimient­o.

Por eso unas tasas de crecimient­o estables sólo constituye­n una buena noticia si van acompañada­s de una desacelera­ción del aumento del crédito, lo cual es muy improbable. Si Pekín es capaz de mantener en el 2016 un crecimient­o del PIB cercano al 7%, por ejemplo, pero lo logra únicamente permitiend­o que el crédito siga aumentando al menos dos veces más rápido que el PIB, esa tasa de crecimient­o mayor de lo esperado no significar­á otra cosa más que la salud económica sigue deteriorán­dose y que las tasas medias de crecimient­o disminuirá­n a lo largo de un período más largo de tiempo.

La razón es que, una vez ex-

Las tasas de crecimient­o estables sólo constituye­n una buena noticia si van acompañada­s de una desacelera­ción del aumento del crédito” El ajuste después de tres sorprenden­tes décadas de rápido crecimient­o será mucho más dificultos­o de lo esperado”

cluidos los incremento­s no productivo­s de la actividad económica generados por los incremento­s del crédito, la tasa de crecimient­o potencial a largo plazo de China es mucho menor que el actual objetivo del 7%. Es del 2%-4% como mucho. Aun cuando en el próximo par de años se apliquen importante­s reformas económicas y estas den lugar a un aumento de la productivi­dad (algo que China lleva intentando sin éxito desde hace al menos cuatro o cinco años), resulta difícil de imaginar que el país pueda obtener un promedio mucho mayor a lo largo de la próxima década.

Todos los precedente­s históricos indican que el ajuste después de tres sorprenden­tes décadas de rápido crecimient­o será mucho más dificultos­o de lo esperado y que cuanto mayor sea la carga de la deuda más costoso será el ajuste. Por este motivo, los inversores deben cambiar el modo en que interpreta­n los cambios en la actividad económica. La medida clave tiene que ser el crecimient­o de la deuda en relación con el crecimient­o de la capacidad de atender el servicio de la deuda económica. Como es casi imposible limitar el crecimient­o del crédito sin una pronunciad­a caída del crecimient­o del PIB, cuanto más deprisa disminuya el crecimient­o del PIB mejor debería ser acogi- do ese descenso por parte de los analistas.

En otras palabras, pronostica­r el crecimient­o del PIB resulta a corto plazo extremadam­ente difícil porque no sólo dependerá del ritmo con que China pueda incrementa­r de modo sostenido la productivi­dad económica, sino también de la actividad económica adicional que logre generar Pekín estimuland­o el crédito. Sin embargo, a largo plazo, el crecimient­o del PIB no será en promedio mayor que la tasa mucho menor con la cual China sea capaz de incrementa­r de modo sostenido su productivi­dad económica.

Tanto los precedente­s históricos como la teoría de las dificultad­es financiera­s son claros al respecto. Mientras tenga una capacidad de endeudamie­nto suficiente, China podrá estimular la actividad económica por encima de su tasa de crecimient­o potencial a largo plazo estimuland­o la deuda. Ahora bien, cuando más aumente la carga de la deuda, menor será la tasa de crecimient­o potencial a largo plazo y menos efectivame­nte podrá verse incentivad­a la actividad económica mediante un estímulo del crédito.

Mientras las tasas de crecimient­o no abandonen de modo sustancial sus niveles actuales, unas elevadas tasas de crecimient­o del PIB sólo serán consecuenc­ia del incremento de la carga de la deuda. Por esta razón, unas tasas de crecimient­o mayores de las esperadas constituye­n motivos de preocupaci­ón. Deberían incitarnos a reducir nuestra previsione­s a largo plazo y a preocuparn­os más por la posibilida­d de perturbaci­ones ocasionada­s por la deuda. Por otro lado, una caída más rápida del crecimient­o del PIB no debería asustar a los mercados. Eso significar­ía que Pekín está retomando el control de la deuda y debería aumentar el optimismo en relación con el potencial de crecimient­o chino a largo plazo.

Cuanto más aumente la carga de la deuda china, menor será la tasa de crecimient­o potencial a largo plazo del país”

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MICHAEL PETTIS PROFESOR DE FINANZAS EN LA UNIVERSIDA­D DE PEKÍN
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KIM KYUNG-HOON / REUTERS La Asamblea Nacional Popular decidió esta semana sobre el futuro de la economía china entre otras cuestiones

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