El reto de escoger bombilla
Se requiere casi un cursillo para hacer una buena adquisición
Cuando en 1986 Paolo Rizzatto diseñó la lámpara Costanza, el usuario tenía claro que únicamente se trataba de escoger entre una bombilla de 60 o 100 vatios. Ahora que celebra su 30 cumpleaños –consolidada como excelente diseño atemporal–, dotarla de bombilla se ha convertido en todo un reto.
Consultando el catálogo de una conocida marca de bombillas, solo entre las estándares (de rosca más común, casqui- llo E27) hay 50 modelos y tres fuentes de luz: halógena, led y fluorescente compacta. Queda definitivamente descatalogada la de filamento de tungsteno, tal como planificó la normativa europea, por su poca eficiencia, pues solo transforma en luz un 20% de toda la electricidad que consume, derrochando el resto.
Si hoy en la decisión de compra prima el ahorro de energía, el led gana. Reduce el consumo eléctrico hasta un 90%, y tiene larga vida. Aunque su precio es el más alto. Si se busca el menor coste de bombilla, la halógena es la opción, con un consumo 30% menor que las desterradas incandescentes. En la fluorescente, con bajo consumo y precio intermedio, queda por resolver el mercurio contaminante que contiene. VALORAR PARA DÓNDE “Hoy vivimos la ledmanía”, afirma Antoni Higueras, gerente de Punto Luz, empresa especializada en proyectos de iluminación y lámparas. Quién coloquialmente define este momento como un guirigay con mucha confusión. Apunta que sobre todo hay que saber que uso se dará a la lámpara. Y ser conscientes que entre los leds la calidad es muy variable, de muy mala (color o disipador de calor deficientes) a muy buena, pero con un precio elevado.
“En instalaciones públicas, oficinas, hoteles, el led supone un considerable ahorro. Sin embargo en una vivienda, por las horas que una lámpara permanece encendida en una sala de estar, la halógena no representa un gran aumento de consumo eléctrico”. LA CALIDAD DE LA LUZ Higueras, profesor de iluminación en la escuela de diseño BAU, sostiene que la halógena procura una excelente calidad de luz: “Cuando la enfocas sobre un plano rebota y se expande. En cambio la luz de led golpea la superficie y allí se queda,, no da reflexión ni es ggla- murosa. Por eso, para mejorarla, se desarrollan difusores”. Pero hay otros factores a tener en cuenta. El índice de reproducción cromática (CRI) es la capacidad para reproducir fielmente los colores de los objetos. Un 80 se considera bueno. Ola dominante de color de la propia fuente de luz. Se valora como óptima en una vivienda entre 2.700-3.000 Kelvin (K). “Una vela encendida tiene 1.200 K, de ahí su calidez. Un led deficiente y muy azulado 7.000 K”, ejemplifica.
El ángulo de apertura es otro aspecto significativo. Para la lec- tura, el comedor o el salón de casa, Higueras sitúa el ideal entre 36-38 K. Cuando se quiere destacar una escultura, mejor usar 10 K. “Si el ángulo es demasiado grande, por ejemplo 120 K, la luz se diluye insípida. Es como un día nublado, no hay ni sol ni sombra”.