La gasolina tampoco tiene patria
Los portugueses desoyen la petición de su ministro para que reposten en casa y se sirven en masa en España
Los tres kilómetros que separan las gasolineras de Repsol de Tui y Valença, a ambas orillas del río Miño, se traducen en un abismo de 25 céntimos por litro de diferencia de precios en los carburantes en contra del lado más pobre de la frontera, el portugués, que soporta los costes más elevados, sobre todo desde la introducción en febrero de un nuevo impuesto de 6 céntimos adicionales. El llamamiento del ministro de Economía luso, Manuel Caldeira Cabral, para que sus conciudadanos llenen los depósitos de sus coches sin salir del país y sin, por tanto, dejar de pagar impuestos en casa, parece hasta estimular la imparable y cotidiana peregrinación de automóviles al otro lado de la frontera. Cada vez proceden de puntos más alejados, porque la diferencia compensa el desplazamiento, que algunos hacen provistos de garrafas en los maleteros.
A última hora de la tarde del jueves, en el momento de salir del trabajo, la casi inactividad de las gasolineras del lado portugués de la frontera del río Miño y el constante trasiego en la orilla gallega, con una mayoría de coches con la letra P y los números amarillos en la matrícula que delatan su origen luso, daban testimonio del fracaso del llamamiento que hizo Caldeira Cabral el 11 de marzo.
Ante las desesperadas quejas de las estaciones de servicio próximas a la frontera sobre el incremento de la ya preexistente corriente hacia las gasolineras españolas, este independiente en las filas del Gobierno socialista, profesor de la Universidad de Miño y doctorado por la de Nottingham, demandó a los portugueses que “eviten hacer eso, porque en el fondo están pagando impuestos en España, en vez de pagarlos en Portugal”. “Por civismo hay que pedir a las personas que eviten hacer esto”, concluyó. Su apelación al “civismo” fue inmediatamente interpretada como un llamamiento patriótico, objeto de escarnio recurrente en las redes sociales y en las propias conversaciones de los clientes portugueses al pie de los surtidores de las gasolineras españolas.
La Asociación Nacional de Transportadoras Portuguesas pidió la dimisión de Caldeira, quien, aunque no ha repetido su polémica petición en los mismos términos, no se retracta, niega que hablase de patriotismo e insiste en que la estampida hacia las estaciones de servicio españolas tiene un impacto negativo en las arcas públicas lusas.
En las televisiones portuguesas no paran de salir ciudadanos lusos que desoyen al ministro y que cuando se les pregunta por el patriotismo, contestan simplemente que el gasóleo y la gasolina son bastante más baratas en España. Así lo muestran los carteles de las gasolineras de Repsol de Valença y Tui. Salvo el idioma y alguna divergencia en los productos, son iguales, como también lo es la vestimenta de los trabajadores. El jueves por la tarde el gasóleo básico se vendía en Valença a 1,184 céntimos el litro y en Tui, a 0,939, mientras que por la gasolina se pagaba 1,424 y 1,169, respectivamente, con 25 y 26 céntimos de diferencia, lo que con un depósito de 50 litros representa un ahorro de más de 12 euros por repostar en Galicia en vez de hacerlo en el norte de Portugal.
La brecha de precios varía según la empresa y también el día, pues las oscilaciones a ambos lados de la frontera tampoco resultan uniformes. En general suele haber diferencias más grandes en la gasolina que en el gasóleo.
“Ahora ya hasta van desde Via- na do Castelo a echar gasolina a Tui”, comenta Mauro, que trabaja en un almacén próximo a la estación de servicio de Repsol de Valença. Son más de 50 kilómetros, pero el desplazamiento les compensa. Para él ya es un hábito repostar en Galicia, así como comprar en Tui el bidón de butano de la empresa portuguesa Galp porque, también por los impuestos, cuesta casi la mitad.
“El ministro sólo piensa en su bolsillo, no en el nuestro”, opina Mauro. En la gasolinera del Outlet de Tui, que suele aparecer en las estadísticas como la más barata de la provincia de Pontevedra, João era más directo: “El ministro es tonto y cree que también lo somos nosotros cuando anuncia que si sube el precio del petróleo, bajará los impuestos”. La gasolina tampoco tiene patria.
La divergente presión fiscal provoca desfases de 25 céntimos por litro entre Valença y Tui