Las trampas de los mercados
Son dos premios Nobel de Economía y las afirmaciones fundamentales de su nuevo libro –ya escribieron otro juntos hace unos años, Animal
spirits– son cuestionan sin eufemismos unos cuantos aspectos básicos de la economía tradicional, y, sobre todo, nos cuestionan anosotrosmismosynuestrosdeseos. George A. Akerlof –Nobel en el 2001 y marido de Janet Yellen– y Robert J. Shiller –premiadoen2013yqueadvirtiómucho antes de que todo se hundiera en el 2008 de la exuberancia irracional que vivían los mercados– recuerdan en La economía
de la manipulación que cuando existen mercados completamente libres no sólo existe libertad para elegir, sino también la libertad para engañar. Lo cual no es una sorpresa porque ya Adam Smith escribía que los comerciantes del mismo gremio rara vez se reúnen sin que terminen conspirando contra el público.
Pero Akerlof y Shiller, dos de los representantes de la poderosa escuela de la nueva economía conductual, quefundeeconomía y psicología, dicen que los problemasempiezanporque, contra la creencia popular, la más reflejada en los modelos económicos –que dice que somos seres racionales que maximizamos nuestros beneficios con nuestras decisiones–, los humanosreales toman decisiones disfuncionales que “aplicando tan sólo un poco de su propio sentido común, sabrían que no les benefician”.
“Los psicólogos nos han enseñado a lo largo de más de un siglo –desde Sigmund Freud a Daniel Kahneman– que la gente toma con frecuencia decisiones que no le convienen. No hacen lo que es bueno para ellos; no escogen lo que en realidad desean”, afirman. Los autores dicen que es una verdad básica que se remonta a cuando la serpiente convence a la inocente Eva de que tome una decisión necia que por siempre lamentará. Tenemos, explican, debilidades “que han sido explotadas por los comerciantes desde siempre”. Somos cinco veces y media más ricos que en 1930 pero los mercados han inventado muchas más necesidades y nuevas formas de venderlas. Nos manipulan mediante información engañosa o errónea. O aprovechándose de nuestros sesgos psicológicos. Y en ausencia de ciertas limitaciones en los mercados, avisan, hemos alcanzado un equilibrio económico en el que cuando vamos de compras o tomamos decisiones económicas son esas debilidades las que de forma sustancial controlan la situación.
Hemos llegado, vivimos, dicen, en un equilibrio manipulativo. Porque, aseguran, si la manipulación es posible, se llevará a cabo inevitablemente. Como sucedió en la crisis actual, en la que buena parte de la historia, advierten, se debe a lo que llaman todo tipo de firmas y asesores excavaron para obtener beneficios en su duramente conseguida reputación de integridad.
Pero por supuesto la manipulación es mucho más amplia. Muestran cómo los publicistas aprenden a moldear a su favor –y es un factor clave de todas las manipulaciones– las historias que continuamente nos contamos a nosotros mismos, insertando nuevas ramas en viejos troncos de historias. También se usan, claro, técnicas estadísticas muy útiles: ahí están los anuncios de Google. La lista que examinan es larga. Las tarjetas de crédito hacen gastar mucho más. La industria farmacéutica ha aprendido a embaucar a los reguladores. Hay lobbies que socavan la democracia...
Y, concluyen que quizá sólo hacen un pequeño ajuste a la teoría económica comúnal tener en cuenta la diferencia entre el óptimo de nuestros gustos reales y de los gustos de nuestras debilidades, pero ese pequeño ajuste crea una gran diferencia en nuestras vidas: “Es una de las principales razones por las que dejar a la gente
–lo que Milton Friedman considera el sine qua non de una buena política pública– lleva a serios problemas económicos”. Los mercados no dan el mejor de los mundos posibles. Dan abundancia pero también cualquier cosa por conseguir beneficio. Es la herramientahumanamáspoderosa, pero necesita control. Desde Reagan, dicen, el Gobierno es el problema, pero la economía de la Nueva Historia ignora el papel de la economía de la manipulación. Y controlarla con reglas y reguladores es necesario para nuestro bienestar.