¿Volverá la manufactura a Occidente?
Hace un par de años emergió con fuerza, sobre todo en EE.UU. pero también en Catalunya, un debate alrededor de si la manufactura volverá a Occidente, con el trasfondo de si este retorno permitirá la recuperación de los puestos de trabajo perdidos y, de rebote, la recuperación de una clase media que ha perdido peso demográfico y poder adquisitivo como consecuencia de la deslocalización industrial.
Hay muchas razones para pensar enunretorno dela manu- factura, pero no sabemos cuándo se producirá este retorno, ni a qué ritmo, ni qué porcentaje de la manufactura deslocalizada acabará volviendo. Sin embargo, la industria que volverá será muy diferente de la industria que conocíamos. Será una industria intensiva en capital y conocimiento, automatizada, y que creará pocos puestos de trabajo, muy cualificados, y quizás bien remunerados. Por lo tanto, el retorno de la manufactura no servirá para recuperar los puestos de trabajo perdidos ni para recuperar el peso demográfico y el poder adquisitivo de la clase media.
La industria es importante porque genera puestos de trabajo en otros sectores de actividad, como los servicios; porque sin industria no hay puestos de trabajo cualificados y bien remunerados, no hay
clase media y no hay consumo interno; y porque sin industria no hay innovación. Los profesores Pisano y Shih, autores de Producing prosperity: Why America needs a
manufacturing renaissance, defiende n que las innovaciones tecnológicas provienen delo que aprendemos en la fabricación. Según ellos, en las industrias más dinámicas es crítico que la fabricación esté al lado de la investigación, de modo que perder la fabricación implica perder la capacidad de innovar.
Pero la pérdida de puestos de trabajo en la industria no se debe sólo a la deslocalización, sino también al incremento de la productividad. Cuanto más aumente la productividad, menos puestos de trabajo se crearán. En la industria cada día veremos más robots, más ordenadores, más automatización y me- nos personas. La pregunta es: ¿si los productos los hacen robots, a quién comprará los productos? Esta es la paradoja de la productividad: cada día somos más productivos, pero cada día necesitamos a menos gente para fabricar lo mismo. Una paradoja estudiada por los profesores Brynjolfsson y McAfee, autores de
Race against the machine, los cuales sostienen que la tecnología está detrás del crecimiento de la productividad y del estancamiento del número de puestos de trabajo porque elimina la necesidad de muchos tipos de puestos de trabajo.
Son muchas las causas que explicarían un eventual retorno de la manufactura, pero la principal es el incremento de los costes laborales en los países asiáticos. La lógica de la deslocalización era que el diferencial de costes laborales entre Occidente y Asia fuera lo bastante grande como para compensar el coste del transporte y determinados inconvenientes de la fabricación en la lejanía, y parece que ahora esta lógica se está rompiendo.
No obstante, hay dos razones de tipo tecnológico. La primera tiene quever conlos problemas quecomporta desacoplar las plantas de producción de los centros de I+D, en línea con la tesis de los profesores Pisano y Shih: no puedes ser in-
Sin industria no hay puestos de trabajo cualificados y bien remunerados, ni clase media, ni consumo interno, ni innovación”
Tendremos que acostumbrarnos a un cambio de chip: tener una impresora 3D en el comedor de casa también será tener una industria”
novador si no fabricas. La otra razón es que las nuevas tecnologías están cambiando la economía de la fabricación. Ordenadores, automatización y robots hacen que se pueda fabricar mucho más con menos mano de obra, de manera que el argumento del diferencial de costes laborales se vuelve irrelevante.
¿Está volviendo la industria? Todavía es pronto para decirlo. Además, un proceso como la deslocalización, que se ha producido a lo lar- godedosdécadas, noserevertirá en pocos años. Haráfalta otra década o más tiempo para ver qué parte de la manufactura deslocalizada ha acabado volviendo a Occidente, a qué ritmo lo ha hecho y, sobre todo, cómoha vuelto.
En cualquier caso, nos tenemos que preparar para la industria que volverá, con medidas comola calificación de la mano de obra, el apoyo al I+D, la apertura del grifo del crédito, la reducción del coste de la energía, la disminución de las cotizaciones sociales para reducir los costes laborales, la disponibilidad de suelo industrial e infraestructuras de transporte y comunicaciones y la supresión de las trabas burocráticas. Pero fundamentalmente nos tenemos que formar para la industria del futuro. Y tendremos que acostumbrarnos a un cambio de chip: tener una impresora 3D en el comedordecasatambiénserátener una industria, lo cual nos obligará a plantearnos si podemos volver a fabricar en el centro de las ciudades.