La Vanguardia - Dinero

Un gran piloto del mar y el asfalto

- Sonia Moreno

El deporte de vela español está ligadoal nombredeIk­er Martínez, medallista olímpico (Oro en Atenas y plata en Pekín), tres veces campeón del mundo en la categoría 49er y otras tantas campeón de Europa.

Estos logros no son suficiente­s para el navegante vasco, cuyo objetivo sería ganar en las tres grandes competicio­nes de vela (una ya la tiene en su extenso palmarés), aunque es muy difícil porque son disciplina­s muy dispares: “La Copa América equivaldrí­a a la Fórmula 1, la Vuelta al Mundo sería el campeonato deRalli es y los Juegos Olímpicos se equiparían a pruebas automovilí­sticas mono marca ”, explica en términos de motor.

Obviamente, Martínez es ungran piloto del mar, pero sobre el asfalto también se desenvuelv­e muy bien. De hecho, al cabo del año recorre más kilómetros que millas náuticas, ya que a la mayoría de pruebas internacio­nales en las que participa se desplaza por carretera. Normalment­e, el equipo viaja en una furgoneta de gran tamaño Citroën Jumper con remolque y se turnan al volante. Si el sueño no le acecha, este deportista prefiere conducir de noche porque hay menos tráfico, lo que le da mayor seguridad. A lo largo de su vida, solo ha sufrido un accidente de tráfico e iba de copiloto. Por suerte, no fue nada muy grave.

Amante de la velocidad, por tierra circula de manera prudente y precavida, sin arriesgar, sobre todo cuando lleva a su mujer, Bárbara, y a sus tres hijos, con edades comprendid­as entre los seis meses y los seis años. A pesar de ello, en alguna ocasión le han puesto una multa por ir a más rápido de lo permitido. “La percepción de velocidad es mucho mayor en el agua, ya que se trata de un medio en movimiento continuo, mientras que el asfalto siempre es estático. En el mar, correr a 30 nudos por hora –unos 70 km/h– es comoir superrápid­o en coche”, explica este navegante, que este año se ha quedado fuera de los JJ.OO. de Río a raíz de una lesión en la rodilla.

Oriundo de Hondarribi­ayaf incado en San tan der– aunque en reali- dad es un ciudadano del mundo, puesto que según su calendario competitiv­o reside temporalme­nte en distintos países con su familia-, Iker utiliza otro Citroën para sus desplazami­entos diarios. En este caso, se trata de un Berlingo. Al ser mucho más pequeño que el Jumper le facilita los movimiento­s urbanos y de aparcamien­to. Este vehículo mixto, con una gran zona de carga, le permite transporta­r todos sus bártulos sin problemas. Además, es fácilmente reconocibl­e allá donde va porque está íntegramen­te rotu- lado con motivos náuticos.

Su vinculació­n con la marca de los chevrones no es nueva. Su primer coche nuevo, tras llevar varios de segunda mano, fue un Xsara. Con él disfrutó mucho de la libertad de movimiento­s que ofrecen los automóvile­s. “La independen­cia que te da tener el carnet de conducir es como convertirs­e en un adulto de verdad”, explica el navegante, que se sacó la licencia a los 18 años, aunque antes ya había llevado un ciclomotor y también una Vespa de color rosa de su tía.

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