La Vanguardia - Dinero

El campo, en manos de gigantes

Una ola de fusiones dejará el 80% de la producción mundial de semillas, abonos y herbicidas en sólo 4 grupos

- Rosa Salvador Barcelona

Los payeses dehacecinc­uenta años pasaban las horas doblando el espinazo para arrancar las malas hierbas del huerto con la azada, prácticame­nte igual que habían hecho sus antepasado­s cuando las legiones romanas marchaban por la Vía Augusta. La revolución industrial, que llegó al campo con la mecanizaci­ón y con el desarrollo de la industria química que introdujo los herbici das y los fertilizan­tes, está sin embargo llegando a una tercera fase, casi monopolíst­ica: si prosperan las fusiones anunciadas este verano, cuatro grupos controlará­n más del 80% de la producción mundial de herbicidas y semillas.

El anuncio, la semana pasada, de la venta deMon santo aBayer,d isparó todas las alarma se hizo que incluso Bernie Sanders, el senador que ha disputado a Hillary Clinton la nominación de los demócratas a la presidenci­a de Estados Unidos, asegurara que eran “una amenaza para todos” porque estas fusiones “incrementa­n los beneficios de las grandes corporacio­nes y dejan a los americanos pagando precios cada vez más altos” por los alimentos, por lo que pidió, lisa y llanamente, que el gobierno las bloqueara.

La compra de Monsanto por Bayer es la mayor adquisició­n pagada en efectivo de la historia, y la mayor operación empresaria­l realizada jamás por una firma alemana (59.000 millones de euros). Las americanas Dow Chemical y Dupont anunciaron su fusión en diciembre, mediante intercambi­o de acciones, valorada en 61.0000 millones. Y la compañía estatal china ChemChina anunció en junio la compra de la suiza Syngenta por 42.000 millones.

Bernie Sanders recogía sólo la creciente inquietud de los productore­s agrícolas estadounid­enses, y del resto del mundo. Oscar Alfranca, investigad­or y profesor de l’Escola Superior d’Agricultur­a de Barcelona de la UPC señala que “cuanto mayor es la concentrac­ión, menos competenci­a hay en el mercado. El resto de las empresas, más pequeñas, tendrán más difícil sobrevivir. Y probableme­nte se ralentizar­á la innovación en el sector: los grandes, que son quienes tienen la capacidad económica para investi- gar, tendrán pocos motivos para hacerlo porque podrán controlar los precios de venta de sus productos”. Alfranca recordó que “es muy peligroso dejar la alimentaci­ón del mundo en manos de 3 ó 4 multinacio­nales”.

La concentrac­ión agroquímic­a, sin embargo, “sigue la mismalógic­a que ha impuesto la globalizac­ión a otros sector como el automovilí­stico, el eléctrico o el de fabricante­s de aviones” recuerda Albert Sagués economista y profesor de la UPF Barcelona School of Management. “O compras o te compran, como se ha visto con Monsanto, que al fracasar en la compra de Syngenta ha tenido que venderse a Bayer”. Sagués considera que la concentrac­ión se ha convertido en el precio de la globalizac­ión: ser proveedor mundial y tener clientes global es da unas ventajas tan grandes de economía de costes y capacidad innovadora e inversora que quien se queda atrás se ve abocado a desaparece­r.

Este ha sido claramente el camino de la industria agroquímic­a en los últimos años: hace 40 años había más de 7.000 empresas en todo el mundo y hoy apenas quedan

El desarrollo de los transgénic­os ha enriquecid­o al sector e impulsa las fusiones Semillas y herbicidas más caros acabarían forzando un alza del precio de los alimentos

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SEAN GALLUP / GETTY La agricultur­a industrial­izada e intensiva concentra la mayor parte de la producción mundial y marca el camino del sector agrario
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