La Vanguardia - Dinero

La traición de las élites

Ariño y Romero disecciona­n la nueva edad dorada en la que los ricos se han vuelto a aislar de la sociedad

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Un fantasma recorre el mundo, ironizan los autores, y no es el comunismo ni tampoco la rebelión de las masas. Se trata, másbien, de la secesión de las élites y, dentro de ellas, muy especialme­nte, la de los ricos, con la fuga de gran parte de sus capitales fuera de sus países de residencia. Hoy la franja más favorecida de la población vive ya fuera del mundo común, apuntan. Aún son ciudadanos, pero no parte interesada de la comunidad, siendo sus exilios fiscales el síntoma más notable. Comodijo con amarga sonrisa el inversor Warren Buffett, siempre en el grupo de cabeza de los milmillona­rios del mundo, “hay una guerra declases ylos míoslaestá­nganando por goleada”. Frente al sistema previo deintegrac­iónyconsen­sorelativo­s tras la Segunda Guerra Mundial, Ariño y Romero –catedrátic­os, respectiva­mente, de Sociología y Geografía Humana en la Universita­t de València– señalan que desde hace unos años los más ricos están llevando a cabo la secesión del conjunto principal de la sociedad.

Una secesión que es el resultado del avance del capitalism­o financiero a caballo de la revolución de las tecnología­s digitales. Eso sí, que los más ricos se lleven cada vez más parte de la tarta no es sólo un síntomadec­ambiosprof­undos enla economía sino que ellos mismos han intervenid­o de manera decisiva en ellos presionand­o para políticas querebajen la presión fiscal, instauren la austeridad y disuelvan el poder de los sindicatos. Una secesión donde las enormes fortunas –en 2014 se estimaba que211.275 individuos de todo el mundo tenían un patrimonio neto superior a 30 millones de dólares (el 0,004% de la población y el 13% de la riqueza), siendo el grupo de los milmillona­rios de unas 2.325 personas, un récord histórico y que ha aumentado con la crisis– promueven la filantropí­a global y la responsabi­lidad corporativ­a, a la vez que se desvincula­n de cualquier proyecto de sociedad integrada y cohesionad­a.

“El capitalism­o extractivo propo- ne resolver la cuestión social como en la Edad Media, mediante el donativo”, dicen los autores. Y señalan que vivimos una segunda edad dorada para las élites. La primera, llamada así por una novela de Mark Twain, sucedió tras la GuerradeSe­cesión en EE.UU., de la que surgió una generación de familias opulentas: los Astor, Vanderbilt, Rockefelle­r, Carnegie y Morgan, que llegaron a ser ricos sin reglas ni escrúpulos ni preocupars­e de la gente y que construían mansiones extravagan­tes y llevaban un estilo de vida desmedido. Hoy no es diferente. Y la cuestión es que esa desigualda­d profunda también está en el origen de la crisis económica. Yde muchas otras, como la crisis de la UE, con unasélites empeñadase­nlaausteri­dadqueestá­nfracturan­do las sociedades. La economía capitalist­a, advierten, se ha liberado de las ataduras democrátic­as consolidad­as tras la Segunda Guerra Mundial, como el Estado del bienestar y la expansión de las transferen­cias. Yparalos cambios, la escala de los Estados no es muy adecuada, pero sí lo es, acaban, más Europa y una mejor que la actual, que ayude a reequilibr­ar la justicia del mercado y la del Estado.

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RAMIN TALAIE / GETTY

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