Una buena parte de los parlamentarios no vota en conciencia, sino coaccionados por sus partidos
El actual bloqueo político que vive España ha permitido visualizar que el Parlamento está secuestrado por la cúpula de los partidos. Estas están integradas por políticos profesionales que constituyen auténticas castas que en demasiados casos actúan por intereses personales o cálculos partidarios, relegando a un segundo plano el bienestar del país. Es frecuente comprobar a unos diputados que piensan en privado una cosa y en público votan lo contrario.
En demasiados casos los parlamentarios no votan en conciencia, sino coaccionados por los dirigentes de sus partidos que les exigen “disciplina de voto”. Tan deficiente funcionamiento de los partidos políticos ha conducido a España al bloqueo político y a una parálisis del Estado que de mantenerse crearía gravísimos problemas económicos a medio plazo. Esta crisis institucional es la que preocupa al mundo empresarial, que recibe con desazón las advertencias de Bruselas y de la OCDE. Como viene advirtiendo Luis de Guindos: “Las peores crisis económicas son las que proceden de las crisis políticas”.
Esta situación, que parece abocarnos a las terceras elecciones generales en unaño, se podría evitar fácilmente reformando el artículo 85.3 del Reglamento del Congreso de los Diputados, como propone el catedrático de Derecho Constitucional Jorge de Esteban. La reforma consistiría básicamente en que cuando se produzca al menos una investidura fallida, la votación para elegir al presidente del Gobierno sea secreta, siempre que lo soliciten dos grupos parlamentarios o una quinta parte de los diputados. Se trata de una fórmula que funciona en Alemania, donde entienden que la esencia de la democracia reside en el voto libre y secreto, no