Wall Street prefiere a Clinton
TTIP transatlántica y el Transpacífico (TPP), principalmente para defender la rentabilidad (y la propiedad intelectual) de las grandes multinacionales. Es un antiglobalización sorprendente para un millonario del inmobiliario que ha ido vendiendo la marca TRUMP a una red internacional de complejos hoteleros de lujo y campos de golf de élite a socios nada transparentes en países que van desde Escocia a Panamá, donde hay indicios de que su complejo inmobiliario fue financiado con dinero procedente del blanqueo de dinero . “Trump tiene amistades muy peligrosas en América Latina”, dijo Gerardo Reyes, de Univisión en Miami, quien ha destapado el turbio mundo de Trump y sus socios colombianos. Pese a ello , los mejores momentos del magnate inmobiliario en los debates eran las críticas populistas a los estragos causados en la industria estadounidense por el Tratado de Libre Comercio con México y su propuesta de aplicar aranceles sobre las importaciones chinas. Aunque el proteccionismo es una palabra tabú en la cumbre de Davos y en las sedes del FMI y del Banco Mundial, en los destartalados diners de Ohio y Pensilvania, con sus desgarradas banderas de “barras y estrellas” se ve con muy buenos ojos. Es más, Trump defendió con ahínco los programas públicos de salud y pensiones.
“Trump no tiene una posición populista coherente porque, a fin de cuentas , tiene que responder a la élite republicana”, dijo Dean Baker, del Centro de Poltica Eco- nómica en Wáshington, autor de un nuevo libro sobre la globalización. “Pero su compromiso de no recortar las pensiones públicas (seguridad social) y la sanidad (Medicare y Medicaid) tuvo un impacto muy positivo porque hizo mucho más difícil que Clinton proponga recortes en estos programas públicos”. Efectivamente, Clinton ha dicho públicamen- te que defiende la expansión de la seguridad social. Esto es muy significativo ya que la privatización de estos programas públicos ha sido objetivo de Wall Street y de las empresas privadas de sanidad y sus aliados demócratas y republicanos desde hace años. Obama apoyaba recortar la indexación anti inflación en las pensiones y creó una comisión bipartidista para conseguirlo. “Esto habría abierto la puerta a los recortes, ya que los republicanos habían optado por esos recortes, Obama lo habría apoyado”, sostiene Baker. Ha sido gracias al populismo de Trump que “no creo que vayamos a debatir sobre recortes de la seguridad social, al menos hasta el 2018. Y eso es buena noticia”, señala Baker.
La prueba de que queda algo del populismo de Donald Trump es el pánico que empezó a cundir en los mercados financieros a finales de la semana pasada tras el estrechamiento de los sondeos tras el anuncio de una investigación del FBI sobre los sospechosos e-mails del equipo de Hillary Clinton. El índice Standard & Poor’s registró caídas sucesivas parecidas a las que ocurrieron durante la mega crisis financiera del 2008. El índice global bursátil cayó un 3% en una semana. Y nada menos que 36.000 millones de dólares huyeron en busca de la seguridad del mercado de bonos, un refugio para tiempos de miedos. Trump es un paria ya en su propia ciudad y en su propia clase social. Asesorado por el incen- diario online Andrew Breitbart, que ataca como los perros pit bull, en el puro estilo populista, a la élite urbana, a Wall Street, y a las clases más vulnerables de afroamericanas y hispanos, Trump se ha quedado sin amigos. “No cuenta con el apoyo de nadie en Wall Street ni en la élite empresarial”, dice Doug Henwood, autor de My turn, un libro critico con Hillary Clinton. El candidato cae aún peor en la capital. En la asamblea del FMI en Wáshington hace tres semanas, directivos del Fondo indicaron que una victoria de Trump bajaría las expectativas del crecimiento mundial. Trump llegó a quejarse en un ataque de victimismo de la traición de los miembros de la alta sociedad neoyorquina durante una cena en el Waldorf Astoria, donde en 1897, Mellon, Rockefeller y JP Morgan celebraron su famoso baile de disfraces azuzando aún más las llamas de la rebelión populista en el Medio Oeste: “Saludo especialmente a todos ustedes en la sala que antes me querían tanto, pedían mis recomendaciones, querían mi dinero, incluso me trataban como un amigo querido. Ahora, de repente, soy una canalla asqueroso”. Trump sabe muy bien que Hillary Clinton es el candidato de Wall Street. “Creo que Trump perderá”, dijo el astuto comentarista conservador Michael Lind. “Su entrada en la política habrá hecho mucho daño a su marca. Intentará quizás crear un grupo mediático con Breitbart pero no va a ser el billonario a los setenta años que quería ser”.