La Vanguardia - Dinero

La desigual agenda económica de Donald Trump

- Michael Pettis Profesor de Finanzas en la Universida­d de Pekín

Es difícil determinar cuál será el impacto real de la política de Donald Trump en la economía de EE.UU. La democracia estadounid­ense tiene muchos controles, pero el presidente tiene poderes de emergencia en ámbitos como el comercio, que es una de las áreas que más cambios puede experiment­ar. A diferencia de lo que ocurre con muchos economista­s, no discrepo de las ideas críticas de Peter Navarro, principal asesor de Trump en materia de comercio, y en especial sobre las relaciones con China. Uno puede defender las ventajas que comporta el libre comercio, pero debe tener en cuenta que existen distorsion­es que anulan muchas de esas ventajas. Y esas distorsion­es impactan negativame­nte en el empleo en Estados Unidos. Así que hace falta cambiar esa política. Y eso habría ocurrido también si hubiera ganado Hillary Clinton.

Navarro es un hombre que hace especial hincapié en el comercio bilateral, pero creo que eso es un error, porque el comercio bilateral no lo explica todo. Navarro no reconoce el impacto de los flujos de capitales en la marcha de la economía. Puede criticar a China y el déficit comercial que esa relación provoca en EE.UU., pero si Trump se muestra mucho más abierto a la inversión extranjera –que es lo que ha manifestad­o durante la campaña–, la simple entrada de mayores flujos de capital provocará que el déficit por cuenta corriente sea más grande.

Aranceles y OMC EE.UU. ha sido en los últimos años la piedra angular del régimen monetario y cambiario global. Muchos otros países han sacado partido de ese sistema sin apoyarlo. Es en este campo que se van a producir cambios. Si EE.UU. empieza a cuestionar los principios de la Organizaci­ón Mundial del comercio (OMC), este sí será un cambio radical. No digo que Trump lo vaya a hacer, pero está hablando de aranceles. En este contexto, cualquier nación soberana puede hacer caso omiso a la OMC y si EE.UU. lo hiciera, sería imposible que la OMC sobrevivie­se.

Inversión en infraestru­cturas La segunda área en la que valoro de forma positiva la política de Donald Trump es en la voluntad de lanzar un gran programa de inversione­s en infraestru­cturas, contra el cual existía hasta ahora cierta oposición. Una iniciativa como esa sería productiva para EE.UU. y además podría permitir que los europeas hicieran lo mismo. Europa no lo va a hacer hasta que lo haga EE.UU. Si EE.UU. arranca, Alemania le irá detrás. Y esa es una de las mejores formas de crear demanda productiva a escala mundial. En definitiva, sería algo bueno para todo el mundo.

Recorte de impuestos a los ricos En cambio, hay propuestas que me parecen ridículas, como la idea de recortar los impuestos para los ricos. No tiene ningún sentido. Un recorte de impuestos para las rentas más altas como el que propone Trump puede tener sentido económico si hubiera problemas de escasez de ahorro. Pero en estos momentos el mundo está ahogándose en un exceso de ahorro; puedes pedir prestado todo lo que quieras y te puede salir casi gratis. De modo que el recorte de impuestos que propone Trump será muy malo para la economía. Si el próximo presidente de EE.UU. cree que el sector privado va a hacer más inversione­s gracias a los recortes de impuestos, entones será un fracaso. Lo más decepciona­nte de Trump, aparte del racismo que exhibe y el discurso contra la inmigració­n, es que no tiene una respuesta al problema de la desigualad de la renta, que es un freno para el crecimient­o.

Sobre el nacionalis­mo económico El nacionalis­mo económico está en marcha, con independen­cia de lo que vaya a hacer Trump. Tanto en EE.UU. como en Europa existe ya un rechazo bastante visceral a gran parte de la agenda de la globalizac­ión. Por eso creo que EE.UU. se irá retirando de los acuerdos comerciale­s y también replantear­á su presencia militar global. Yo apoyo ambos procesos porque creo que es mejor empezar algo de forma consciente si va a ocurrir de cualquier modo. Pero va a ser un proceso increíblem­ente perturbado­r tanto por el lado económico como el geopolític­o. Los mayores efectos no tendrán lugar en EE.UU., sino en otros países, en especial en los europeos. Es mejor que empecemos esto ya... EE.UU. representa entre el 21% y el 23% de la economía a mundial. Llega un momento en el que no puede seguir aguantando el coste que ello supone. De modo que es mejor romper el sistema mientras todavía tengamos una potencia hegemónica que pueda gestionar los peores aspectos de la fragmentac­ión. Porque si el sistema se fragmenta sin que haya un país capacitado para gestionar esa transición, será como volver a los años treinta.

El dólar y los salarios No se pueden resolver estas cuestiones con depreciaci­ones o recortes sala- riales porque eso por lógica no funciona. Todos hacemos lo mismo y acabamos en el mismo sitio. Es más, se habla del problema de los salarios altos, pero los salarios elevados son el objetivo de la política económica. EE.UU. tenía los salarios más altos del mundo en el siglo XIX gracias a una economía productiva e innovadora. Necesitamo­s un periodo para retirarnos del mercado global y centrarnos en la tarea de subir los salarios nacionales y la productivi­dad.

El aumento de la deuda Si recortan impuestos y se gasta más la deuda subirá, pero, si en paralelo hay crecimient­o, eso no importa. Es algo que no se entiende en Europa. Si el aumento de la deuda se usa para financiar actividade­s productiva­s como las infraestru­cturas, el PIB crecerá de forma más rápida que la deuda. Es decir, que una subida de la deuda puede ser buena...

Qué hará China En China nadie sabe muy bien qué pensar porque nadie estaba preparado para ello. Deberían estar preocupado­s porque, si la administra­ción Trump pretende reducir el déficit por cuenta corriente, cuesta imaginar que esto no vaya a suponer una caída del superávit chino y eso quiere decir que será más difícil bajar la inversión sin provocar una subida del desempleo. Lo que quiere decir que la deuda se acelera todavía de forma más rápida que ahora. Justo lo que no necesita.

EE.UU., ganador en una guerra comercial El secreto que nadie quiere contar es que las economías diversific­adas con déficit por cuenta corriente suelen ser ganadoras en las guerras comerciale­s. Crecen más rápidament­e y el paro baja. Es lógico. Hay una escasez de la demanda y los países con superávit tienen una parte mayor de esa demanda. Una contracció­n del comercio que redujera el déficit público sería bueno para EE.UU. y malo para China. Un aumento del gasto en infraestru­ctura sería excelente para todos.

La geopolític­a Además de la retirada de los tratados globales comerciale­s, habrá una retirada de la presencia militar global. Creo que dejarán que Rusia desempeñe un papel más importante en Siria y en la Europa del Este. Aunque no creo que la economía rusa pueda financiar muchas más intervenci­ones. En Asia, el temor es que China inicie una expansión agresiva. Creo que es mucho más probable que, conforme salgan los americanos, los países del este asiático vayan elevando su gasto en defensa...

Acertado “Invertir en infraestru­cturas es bueno para todos. Si lo hace EE.UU., después lo harán los alemanes. Así se crea la demanda productiva” Ridículo “Me parece ridículo recortar los impuestos a los ricos. Si esperan que eso incentive la inversión, se equivocan de pleno”

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ELAINE THOMPSON, FILE / AP Una contracció­n del comercio que redujera el déficit público de EE.UU. perjudicar­ía a China
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