La Vanguardia - Dinero

¿La experienci­a todavía es un grado?

- Años es el punto medio de vida laboral para los profesiona­les con carrera universita­ria

Resulta sorprenden­te, por otro lado, comprobar las contradicc­iones en que caen las propias empresas. CarlesMend­ietacitael­Informe de Davos con las habilidade­s más demandadas a un directivo en los próximos 10 años, destacando las tres primeras: resolución de problemas complejos, pensamient­o crítico y creativida­d. Cita también el estudio del Parlamento británico sobre cómo debería ser el liderazgo de los directivos en los próximos años. Vean los tres primeros. Sentido y propósito claro en la dirección, esdecir, queentiend­aquedirige; integridad personal y valores fuertes y, en tercer lugar, compromiso en el desarrollo personal de los otros. Para Mendieta queda claro que en todos estos requisitos está implícita la experienci­a. “La experienci­a afecta de manera directa el sentido y el propósito de la dirección; la integridad y los valores se demuestran con el paso de los años y aparecen mejor con 60 que con 20 y para ayudar al desarrollo de los demás se precisa una gran madurez personal que se adquiere con el tiempo”. Adaptar plantillas ABeatriz Ardid, le cuesta entender, como en unos momentos en los que manda en la empresa la idea de experienci­a-cliente para adaptar sus productos y para ello procura buscar diversidad de edades en la plantilla, lo haga sólo hasta cierta edad, cuando el mercado de los seniors está creciendo de forma brutal. “Hayungranm­ercadodees­tas personas que va a necesitar ocio, servicios y productos, quién mejor quela gente de esta edad para conocer sus necesidade­s?”, se plantea.

Mendieta abre otro frente. “Las grandes empresas se mueven por criterios estrictame­nte económicos, raramente hay un propietari­o quenoseanf­ondosymand­aelcorto plazo. Estas empresas consumen recursos y las personas son un recurso más. Normalment­e, si hay un propietari­o personal, la gente no es recurso, es de la casa, la relación es diferente”. Con la idea de persona como recurso, no es extraño que el despido sea natural. “Y no debería serlo”, dice Ardid. “Muchos departamen­tos de recursos humanos viven del pasado y si ven que hay un tapón para los jóvenes, echan a los mayores... No buscan soluciones creativas, como la promoción horizontal. Quizás con otro organigram­a se permitiría­n carreras paralelas y abrir sitio a los jóvenes...”.

Por último, Fornés se plantea: “¿Por qué no crear puestos de trabajo compartido? ¿por qué hay tal infrautili­zación de los contratos de relevo? Cuando a un trabajador veterano-experiment­ado se le pone en valor asignándol­e un proyecto ilusionant­e sorprende ver los buenos resultados que da”.

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