Cambio de posiciones
El 2016 no está siendo un año fácil para las casas de subastas. Pronto sabremos las cifras totales de ventas de Christie’s y Sotheby’s –entre las dos se reparten prácticamente dos tercios del negocio internacional– y nada parece indicar que sean buenas dado el vacilante momento actual del mercado.
La noticia que ha saltado esta semana es que uno de los subastadores estrella, Brett Gorby, deja Christie’s después de 23 años. El que ha sido el líder del post-war and contemporary art se asocia con la galerista suiza Dominique Lévy (sedes en Nueva York, Londres y Ginebra), con quien comparte la manera de entender el negocio del arte en la tradición de Kahnweiler, Leo Castelli o Peggy Guggenheim.
La nueva galería Lévy Gorby declara que trabajará en programas expositivos y en un servicio internacional de asesoramiento para coleccionistas y estates, intensificando el foco en las ventas privadas de mercado secundario y en el mercado asiático.
Hay una dura pugna entre las casas de subasta para la captación de los mejores expertos y su red de confianza de coleccionistas dispuestos a ceder grandes obras para ser subastadas. La marcha de Gorvy supone un golpe porque ha sido interlocutor con el alto coleccionismo. Uno de sus clientes le compró por teléfono el año pasado la que todavía es la pieza más cara vendida en subasta, el Picasso Las femmes de Argel de 1955, por 179 millones de dólares.
¿Por qué es significativo este movimiento? Porque se enmarca en la cada vez más determinante alianza entre las casas de subasta y los dealers, que si antes establecían relaciones de desconfianza y competencia, hoy trabajan juntos para conectar con clientes, expandirse internacionalmente y asegurar los precios más altos para los vendedores y las obras de más calidad para los compradores.