La banca sueña su resurrección
El sector financiero afronta el 2017 con la esperanza de que el entorno macroeconómico y su propia situación tras años de penurias le permitan empezar a remontar el vuelo
El pinchazo de la grandiosa burbuja inmobiliaria y crediticia de la década pasada fue la antesala de la Gran Recesión, la crisis iniciada en el 2007, cuyos efectos y desequilibrios aún persisten en buena medida a día de hoy. Los principales paganos del desaguisado fueron los ciudadanos –el paro creció en 3 millones en España–, pero la destrucción de riqueza alcanzó de pleno a muchísimas empresas y, por supuesto, a la banca.
En los últimos diez años, el sector financiero ha transitado en medio de un mar de escándalos y pérdidas en los que ha habido de todo: quiebras y rescates de entidades, fusiones, cierres, miles de despidos y una gran destrucción de valor. La banca se ha concentrado, ha destinado centenares de miles de millones de euros a sanear sus balances, ha ampliado capital por otras decenas de miles de millones y ahora, por fin, aspira a empezar a pasar página. Es solo una aspiración, un deseo, pero con cierto fundamento.
“Claramente, los bancos están entrando en otra etapa en la que aún quedan bastantes problemas por resolver, pero en la que la situación es mejor y ya cabe el optimismo”, asegura Francisco Uría, socio responsable del sector financiero de KPMGen España. La victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos del pasado 8 de noviembre –junto con sus promesas de estímulos fiscales– y el alza de tipos decidida por la Reserva Federal hace diez días suponen el inicio del fin de la era de los infratipos de interés que tanto perjudican a los bancos. Y eso les ayuda.
No todo está hecho. En España, el sector tiene aún pendiente la privatización de Bankia y BMN y resolver el futuro del Popular –el sexto banco del país, ya sea para seguir en solitario o integrado en un competidor– y de grupos como Kutxabank, Liberbank, Unicaja e Ibercaja. Persisten algunos problemas, como el de los activos improductivos provenientes del empacho del ladrillo o el exceso de capacidad, pero la sensación es que la mayor parte del trabajo está hecho.
Mientras Italia se dispone a rescatar al Monte de Paschi y a afrontar la falta de capital de buena parte de sus bancos por las escasas provisiones, el sector financiero español puede pensar en poner el foco en el proceso de digitalización y en la rentabilidad. “Ha sido muy duro y ahora esperamos un cambio de tendencia en el que la regulación se acabe de clarificar y las condicio- nes macroeconómicas mejoren”, comenta José Ramón Díez, director del servicio de estudios de CaixaBank.
Ni la evolución del crédito, ni de los márgenes de interés o las comisiones mejorarán de forma espectacular en el 2017, pero sí es previsible que haya menos aportaciones negativas y más positivas derivadas de la gestión de los activos. Serán necesarias menos provisiones –el nivel de dotaciones ya es alto y la morosidad está cayendo– y habrá mayores beneficios extraordinarios por la venta de inmuebles y suelo. “Apostamos por avances en la rentabilidad y una recuperación en bolsa porque los grandes tsunamis de la banca ya son cosa del pasado y lo que queda le tocará más de refilón”, aventura Laura Sierra, analista de Interbrokers. Ya se verá si se cumple. De momento, la banca intenta sacar la cabeza.