Con el Brexit en el horizonte
El Reino Unido, Brasil y Estados Unidos han sido las grandes apuestas del Santander en los últimos años. Gracias a los beneficios provenientes del primero de estos países y, en menor medida, de la filial británica, el Santander pudo sortear durante la Gran Recesión la caída de la rentabilidad en España, donde se mantuvo al margen de las compras que sí realizaron sus competidores y tan solo absorbió a su filial Banesto. El primer grupo bancario español por activos y valor en bolsa no ha podido evitar perder casi dos tercios de su capitalización bursátil desde el 2007. A las turbulencias del mercado se ha añadido, en su caso, el cambio en la gestión provocado por la muerte del anterior presidente, Emilio Botín, hace dos años, y el ascenso de su hija Ana a la cúpula de la entidad. Entre sus primeras decisiones estuvo el nombramiento como consejero delegado de José Antonio Álvarez. El principal reto del Santander es el que tienen todos los competidores: la rentabilidad en un entorno de bajos tipos de interés, con poca inversión y un consumo que no acaba de despegar. Además, el banco tiene que lidiar con la profundísima crisis de Brasil, la incertidumbre que rodea a su filial mexicana y, por supuesto, a Santander UK. El Brexit ha tenido ya, como primer efecto, una depreciación brutal de la libra, cuyo efecto inmediato es la pérdida del valor contable de la filial británica para el Santander y la caída de los beneficios expresados en euros. La dirección del banco trata de combatir esta realidad poniendo el foco en el cliente, impulsando la venta cruzada y ajustando al máximo los costes.