Gastaremos más en gasolina
consumo como el pasado año. Las inversiones seguirán creciendo, aunque a unritmo máslento las de bienes de equipo, fruto de ralentización en el crecimiento de la actividad empresarial. No así sucederá en la construcción, donde se espera una cierta recuperación, aunque es cierto que estará concentrada en lugares concretos de la geografía, como Catalunya. El sector inmobiliario, por su parte, consolidará la recuperación, como explica el profesor García Montalvo en la página 2 de Dinero.
Las exportaciones seguirán a buen ritmo –un 4,6%– gracias en buena parte a un euro que se debe ir depreciando con respecto al dólar y a que Europa seguirá comprando. Yaunqueseadifícil de imaginar, el turismo puede vivir de nuevo un año excelente, si los 12 millones de turista extranjeros prestados desde 2010 y que van creciendo cada año –el último los de Turquía– por la situación de violencia en países competidores, se mantienen. Y, visto lo visto estas últimas semanas, nada indica que no vaya a ser así...
Si todo transcurre según lo previsto, el 2017 será el año en que recuperaremos el nivel de PIB de antes de la crisis (si no lo hemos recuperado ya a finales de este cuarto trimestre), pero no pueden pasarse por alto una serie de riesgos de calado, que deben llegar desde el exterior.
El primero es lo que vaya a suceder en Estados Unidos. Nunca un futuro presidente había aclarado tan poco cual va a ser su política económica. Sí parece que va a hacer crecer el gasto en infraestructuras, desregular el mundo financiero y recortar impuestos, lo que puede, de alguna manera afectar a todo el mundo, según sea la respuesta que de la Reserva Federal a los tipos de interés. La previsión de tres subidas que hoy se espera podría cambiar, según se desarrollasen los acontecimientos. Y los efectos que podría tener en los mercados financieros y de divisas afectarían a muchos países, sobre todo emergentes endeudados. Tampoco queda muy claro cómo se va a plasmar el deseo proteccionista mencionado una y otra vez por Trump, más allá de la ruptura de tratados internacionales, ni cómo acabará la bomba de relojería que supone el tratamiento a la inmigración. Y queda la línea geopolítica exterior –con Rusia, sobre todo– como una incógnita adicional que puede afectar la actividad económica. Del Brexit, que tanto aplaude Trump, hablamos en la página siguiente.
Otro riesgo es el del petróleo. Los acuerdos de los países OPEP y no OPEP pueden dar un giro a la tendencia de estos años. Los gurús ya hablan de 60 o 70 dólares el precio del barril, como Barclays que apunta un 30% de subida en 2017 y un 60% en 2019. Está por ver cómo se acaba y cuál es la reacción de los americanos que no han firmado nada y que con estos precios pueden volver a poner en marcha explotaciones de fracking que a precios menores no son rentables y cuál puede ser su efecto reequilibrador en el mercado. Más inflación y arrastre de materias primas parecen seguros.
Y quedan, por supuesto, interrogantes de orden político con incidencia directa en la economía. El mundo bancario italiano, por ejemplo, seguirá dandomuchoque hablar, con probables elecciones a lo largo del año. Dónde sí son seguras es en Francia, Holanda y Alemania, en las no hay nada escrito...