2016: un año complejo
“Simplemente nos sentimos más cómodos trabajando con artistas muertos”
Este ha sido un año difícil e inestable por el mercado internacional del arte. Relatamos qué ha pasado, qué debates han surgido y qué tendencias se están marcando, sabiendo que hacen falta una cierta perspectiva y cifras definitivas para valorar plenamente los hechos.
Ha habido una clara bajada de las ventas en un mercado que ha balbuceado durante todo el año. Las ventas en subasta han caído significativamente aunque algunas obras de muy alto precio han marcado récords históricos. En unas semanas sabremos los resultados de las casas de subastas y en un par de meses tendremos el in- forme de Clare McAndrew que nos dirán si las ventas globales mundiales quedan muy por debajo de los 63.000 millones de dólares del 2015 o cuáles han sido las cifras de negocio de China.
Una voluble situación política mundial que afecta a la confianza del mercado, como la incógnita del efecto Trump o las consecuencias reales del Brexit, que a día de hoy nadie sabe cuáles serán ni cómo el Reino Unido maniobrará para mantener su 21% del mercado mundial. De momento la libra esterlina está más barata que nunca y el sector artístico se mantiene competitivo, como vimos en la feria Frieze o en las subastas de Londres.
Las ventas en línea siguen subiendo (un 24% en el 2015, según el informe de Hiscox) y esta parece una tendencia imparable sobre todo por las ventas, que no llegan a los 12.000 euros.
Los debates en las galerías reflejan la saturación en la asistencia a ferias y el cuestionamiento de la viabilidad de las mid-size galleries después del cierre de la neoyorquina Lisa Cooley. La tendencia va hacia la apertura de espacios en los grandes hubs internacionales, como Londres o Nueva York, y la captación d’estates artísticos se ha posicionado como un elemento clave para la necesidad de profesionalizar la gestión de la carrera del artista una vez muerto.
Las ventas en subasta caen pero se consolidan las compras en línea