‘Piigs’ se escribe con dos íes
Irlanda respira un aire de tenue esperanza, ya que la economía da signos de recuperación. El sistema de tranvías Luas, en Dublín, ayuda a certificar esta idea
Irlanda lleva decenios reduciendo impuestos para atraer inversiones, pero no es un paraíso fiscal
El malicioso acrónimo PIGS (cerdos) sólo se refería, en unprincipio, a los cuatro jinetes del apocalipsis mediterráneos –Portugal, Italia, Grecia y España (Spain)–, pero tras la defunción del llamado tigre celta se le agregó la i de Irlanda. Y el tiempo ha mostrado que, efectivamente, la economía irlandesa sigue padeciendo los mismos males que los de sus socios meridionales.
Los inviernos dublineses ya no son lo que eran. Será por el cambio climático o porque el turismo en masa ha conspirado para alterar el aspecto y el carácter de la capital de la República de Irlanda, que el año pasado conmemoró el centenario de la revuelta que estalló en plena guerra mundial contra el dominio británico.
Basta un paseo por las calles más céntricas para llevarte la impresión de que la ciudad se prepara para algún gran evento tipo Expo o similar. Hay obras por todas partes. Tras años de estancamiento, han vuelto las grú asado m in arelskyline. Muchas de las principales calles están levantadas para la construcción del nuevo sistema de tranvías Luas (significa ‘velocidad’ en irlandés). Cuandoel año que viene se inaugure, conectará los barrios periféricos del sur y el oeste con el centro, amén de extender una línea al norte del río Liffey, donde se enlazará con la red ferroviaria. Una vez acabadas estas obras (financiadas con los impuestos de los irlandeses y la venia del FMI), los coches dejarán de circular por los aledaños del emblemático Trinity College.
Se respira en Irlanda un tenue aire de esperanza. La economía da signos de recuperación; la tasa de desempleo ha bajado al 7,2%, cifra desconocida desde 2008. Además, la balanza de pagos es favorable y el déficit se acerca a los objetivos determinados por el FMI. La verdadera espada de Damocles que cuelga sobre la nación es la inmensa deuda –tanto pública como privada– que ni el rescate ha podido alejar.
Por mucho que se diga, la deuda bancaria representa sólo un tercio del total, mientras que el resto es fruto de los excesos durante la locura colectiva que se apoderó del país antes del crac. Pero dado que ascienden a 7.000 millones de euros los intereses anuales que cuesta la deuda pública, cualquier aumento de ellos en estos tiempos tan turbulentos einseguros significaría un serio revés.
Se acusa a Irlanda de ser un paraíso fiscal, pero noesdel todo cierto. Eso sí, lleva decenios atrayendo inversiones mediante una política de reducidos tipos de impuestos corporativos. Y aunque promete ser cruda la guerra entre Irlanda y la Comisión Europea por el caso Apple, no hay que olvidar que todos los países miembros–eincluso algunas ciudades y regiones– se han metido en alguna clase de chanchullo con el fin de atraer inversores.
Tal como ha pasando en los otros países del acrónimo Piigs, de pronto en Irlanda se ven obligados a cooperar los principales partidos políticos rivales que desde la Segunda Guerra Mundial se han alternado en el poder, para hacer frente al descontento general, como asimismo a las nuevas fuerzas populistas.
Quién iba a decir que enlos comicios celebrados en el 2016 los eter- nos enemigos Fine Gael y Fianna Fáil pactarían un Gobierno en minoría. De una u otra manera la imposición de tanta austeridad se tenía que pagar en las urnas: el centrista Fine Gael bajó de 76 a 50 escaños y sus socios los laboristas perdieron nada menos que 30 de sus 37 escaños. El Sinn Féin de Gerry Adams, en cambio, subió de 14 a 43.
Mientras el SinnFé in se porta como un partido populista más en la República, en Irlanda del Norte venía apoyando un gobierno unionista (con el Reino Unido) hasta la dimisión en enero del viceministro principal y número dos de Sinn Féin, Martin McGuinness. Parece que el 2 de marzo será la fecha de unas elecciones anticipadas.
Son innumerables los estragos que el Brexit puede causar a los irlandeses ysueconomía. Pormucho que la República se haya liberado del dominio británico, se resisten a desaparecer gran parte de los lazos históricos, afectivos, culturales y económicos entre las dos naciones. De modo que, a las incertidumbres que ya les quitaban el sueño a los irlandeses después del crac del 2008, el Brexit, sea blando o duro, ya es una de sus principales preocupaciones.
No es ninguna sorpresa, por tanto, que una encuesta publicada en diciembre por la Cámara de Comercio de Dublín, en la que participaron 300 empresas, confirmara el Brexit como la preocupación principal de la mayoría de los participantes. Ahorabien, las tres siguientes son: los costes laborales, la falta de estabilidad política y la escasez de mano de obra cualificada.
Desde el 2008, el mercado laboral ha experimentado enormes cambiosylos salarios hantendido a la baja; los sindicatos, ahora muy mermados, ya sólo se dedican a dar palos de ciego. Miles de jóvenes bien preparados han emigrado. Aun así, ya que van al alza la economía, la inflación y los precios, sobre todo en el sector inmobiliario, sin un progresivo aumento de los ingresos de los trabajadores, difícilmente podrá Irlanda parar la sangría de su juventud o atraer suficientes empleados cualificados de fuera.
Existe la tentación de cargar al Brexit todos los males del país o a soñar con la reunificación de las dos Irlandas, extremo que es probable que se produzca de todas formas algún día. Por dos razones: porque Westminster se hartará de financiar la costosa, conflictiva e improductiva Ulster; o por una sencilla cuestión demográfica: se calcula que en menos de 20 años habrá más católicos que protestantes. Y una tercera: lo que suceda en Escocia.
Entre tanto, es al Gobierno de la República de Irlanda a quien le toca resolver los másacuciantes problemas de los irlandeses. Y sería conveniente que lo hiciese a partir de ahora mismo, y no en algún futuro soñado que quizá nunca llegue.