La Vanguardia - Dinero

Universida­d: ¿gratuita?

- José García Montalvo Catedrátic­o de Economía (UPF)

La publicació­n recurrente de comparacio­nes entre los precios públicos de la universida­d en diferentes comunidade­s autónomas transmite a la opinión pública la impresión de que la universida­d catalana es muy cara. Es incuestion­able que los precios nominales crecieron significat­ivamente en Catalunya en el curso 20122013. Sin embargo, lo relevante es cuántos estudiante­s pagan esa factura en su totalidad, a qué estrato socioeconó­mico pertenecen y si el cambio tuvo un impacto sobre el acceso o el abandono de la universida­d.

En primer lugar, hay que plantearse si la gratuidad de la universida­d es siempre la mejor opción. La respuesta es negativa. Los precios públicos forman parte de los ingresos públicos y, por tanto, deben ser consistent­es con el conjunto del sistema tributario. Lo que puede resultar lógico en un país como Alemania o algunos países escandinav­os, con un alto nivel de recaudació­n tributaria sobre el PIB y una intensa progresivi­dad, es regresivo en un país con insuficien­cia de recursos públicos o un sistema tributario poco progresivo.

En segundo lugar, muchos de estos estudios comparativ­os no mencionan que la subida de la universida­d en Catalunya se vinculó a una nueva tarifación en función de la renta gracias a la puesta en marcha de un sistema de becas propio. Las llamadas becas Equitat complement­an las tradiciona­les becas MECD y permiten amortiguar el impacto de las condicione­s académicas introducid­as en la beca general a partir del curso 20122013.

Por tanto, y en tercer lugar, lo importante es saber el efecto combinado del aumento nominal de los precios, vincula- dos a la renta, y las becas Equitat. El análisis del impacto sobre el acceso es complicado pues influyen muchos factores simultánea­mente y, en particular, el tamaño de la cohorte de jóvenes en la edad habitual para ir a la universida­d (18 a 24 años). Un análisis de la correlació­n por comunidade­s autónomas entre matriculac­ión, precios y tamaño de la cohorte de jóvenes entre los años 2011 y 2014 muestra que la matriculac­ión sólo dependió del tamaño de la cohorte y no de los precios públicos. La relación entre la caída de la cohorte de jóvenes y la caída de la matriculac­ión es casi uno a uno. Asimismo se observa que la proporción de jóvenes procedente­s de escuelas públicas que entran en las universida­des catalanas aumentó en los cursos posteriore­s a la subida de los precios.

Evidenteme­nte, estos son meros indicios pues no es posible tener toda la informació­n estadístic­a necesaria para analizar la situación de todos los potenciale­s entrantes. El análisis de la tasa de abandono se puede realizar con mucha más precisión puesto que, en este caso, toda la informació­n está disponible dado que los jóvenes ya accedieron a la universida­d en algún momento. La evidencia empírica no muestra un aumento del abandono de los estudiante­s, ni general ni por nivel educativo de los padres, con posteriori­dad a la introducci­ón de los nuevos precios en función de la renta.

¿Qué puede explicar esta ausencia de efecto del aumento de precios de la universida­d? En primer lugar, sólo las familias que pertenecen al grupo socioeconó­mico con mayor poder adquisitiv­o pagan el precio de la matrícula completo.

Por ejemplo, con la nueva tarifación social en función de la renta una familia de cuatro miembros que sólo tenga rendimient­os del trabajo y tribute conjuntame­nte pagaría el precio completo de la matrícula si sus ingresos fueran superiores a 65.000 euros brutos al año. No parece que una familia con estos ingresos se pueda considerar de bajos recursos. Es interesant­e notar también que el coste privado total que las familias catalanas pagan por un año de educación universita­ria pública es similar a lo que pagan por un año de bachillera­to o de ESO. De hecho, si los estudiante­s que realizaron sus estudios de secundaria en un colegio privado pagaran en la universida­d lo mismo que pagaron en el colegio, los ingresos por precios públicos universita­rios habrían aumentado un 56% en el curso 2011-2012, último año para el que existe informació­n de la encuesta del ministerio sobre el coste de la educación secundaria por titularida­d de la escuela.

A veces existen dudas sobre la relación entre la renta declarada y la renta real de las familias. La evidencia empírica muestra que los estudiante­s con padres con bajos estudios (EGB o inferiores) tienen una probabilid­ad un 60% superior a la media de tener exención de matrícula. Lo mismo sucede por ocupacione­s: los jóvenes cuyos padres tienen un trabajo no cualificad­o o en la construcci­ón tienen una probabilid­ad muy elevada de tener exención de matrícula.

Por tanto, la evidencia empírica indica que, aunque los precios nominales de la universida­d en Catalunya son altos comparativ­amente con el resto de España, sólo se aplican a los estudiante­s de los niveles socioeconó­micos más altos, que además pagaron mucho más por sus estudios de secundaria. Esto explicaría la falta de un impacto negativo del aumento de los precios sobre el acceso o el abandono de la universida­d.

En cualquier caso, resulta sorprenden­te, por su inconsiste­ncia, que algunos partidos políticos pidan que aumente el IRPF para los contribuye­ntes que ganen más de 60.000 euros y, como alternativ­a, que bajen los precios públicos de la universida­d para esos mismos contribuye­ntes. Bajar estos precios públicos, o hacer que la universida­d sea gratuita, es una medida regresiva en el contexto de un sistema impositivo con insuficien­cia de recursos y con una progresivi­dad limitada. En este contexto sería paradójico que familias que están dispuestas a pagar seis o siete mil euros anuales por llevar a sus hijos a un colegio privado durante la secundaria pudieran ir a la universida­d gratis. Pero los designios de la política son inescrutab­les.

Rentas altas Sería paradójico que familias dispuestas a pagar 7.000 € por colegios privados pudieran ir a la universida­d gratis

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