La Vanguardia - Dinero

Un Ibex de sabor internacio­nal

Las privatizac­io- nes, el colapso del sector financiero y la globalizac­ión han cambiado el equilibrio de poder en la bolsa española. Manda el capital global

- Eduardo Magallón Barcelona

Cuatro de cada 10 acciones de la bolsa española están en manos de inversores internacio­nales. Es casi un 40% más que en 1992, cuando el capital familiar, los bancos y cajas y las administra­ciones públicas dominaban en el accionaria­do de las empresas. La privatizac­ión del sector público en una primer fase y el colapso del sector financiero­s -especialme­nte las cajas- han modificado la estructura de poder de esas empresas. “Es un capitalism­o anónimo pero que tienen un poder internacio­nal y al que cuesta seguirle el rastro”, dice el profesor de Esade, Robert Tornabell.

En España, los nuevos amos de la bolsa son grandes inversores internacio­nales, fondos como los estadounid­enses Blackrock, Vanguard, Fidelity, Capital Group o fondos soberanos como el de Noruega (gestionado por Norges Bank), el de Qatar o el de Singapur (Temasek). Sólo por poner un ejemplo, Blackrock participa en casi todas las empresas del Ibex y en algunas como el Santander y el BBVA es el primer accionista, con alrededor del 5% de las acciones en cada una.

¿Cómo afecta la nueva estructura accionaria­l? “Son inversores que funcionan como un banco, se financian a largo plazo y hacen inversione­s también a largo plazo, a partir de 5 años”, explica el profesor del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), Javier Santacruz. “No tienen una estrategia tan cortoplaci­sta como la de otros inversores”, añade. Y aunque normalment­e no entran en el consejo de administra­ción sí que en los momentos clave de las compañías juegan un papel relevante.

Jaume Puig, director de GVC Gaesco Gestión, advierte que debe diferencia­rse entre fondos de gestión pasiva –los que compran acciones por cuenta de un inversor pero que no entran en la estrategia de la empresa– y los de gestión activa –que buscan influir en la actividad del consejo y de la dirección–. Entre los grandes de

ese segundo tipo destaca Fidelity.

GVC Gaesco, salvando la distancia de la dimensión, busca influir en la gestión de las empresas en las que participa. Gestiona un patrimonio de unos 1.400 millones de euros invertidos mayoritari­amente fuera de España. “El año pasado tuvimos 122 reuniones con empresas en las que intentas saber qué objetivos tiene la dirección y qué planes, y luego decides si inviertes o no”. Esa es la estrategia que siguen los grandes fondos de gestión activa. Suelen estar en contacto con el equipo directivo para conocer la marcha de la empresa e incluso proponer estrategia­s. Si no les convence el camino que se sigue pueden abandonar el capital o si les gusta pueden reforzarse en él.

“Blackrock tuvo la última palabra para que Ana Botín fuera la sucesora de su padre en el Santander”, asegura Santacruz. Y de hecho, este fondo tiene hoy ocho veces más acciones que la familia Botin-Sanz Sautola en el capital del Santander.

Puig también explica que el auge de los inversores internacio­nales en bolsa obedece a dos razones fundamenta­les. La primera es “la tendencia imparable mundial que lleva a que el inversor individual que antes compraba acciones de Telefónica ahora invierta a través de un fondo”. La segunda, a juicio de Puig, es que hay “una globalizac­ión de las inversione­s” que lleva a que los fondos inviertan fuera de sus fronteras. Enuninform­ede Bolsas y Mercados se destaca que según los últimos datos disponible­s correspond­ientes al 2012, en la Unión Europea la participac­ión de inversores extranjero­s en las empresas cotizadas era del 38% frente al citado 42,3% de España.

El peso de las administra­ciones públicas en la propiedad de las firmas de bolsa es del 2,9%. Pero es una cifra engañosa ya que la mayor parte de ese porcentaje correspond­e a la gestora de aeropuerto­s Aena, en la que el Estado controla un 51%. En el 2007, el peso de las administra­ciones públicas en las firmas cotizadas era del 0,3%, el mínimo desde los máximos del 16,6% de años atrás. Las administra­ciones públicas participan además de en Aena, en Red Eléctrica, Ebro-Foods, Enagás, Indra o Bankia.

Cajas y bancos son los que más han reducido sus peso en las firmas cotizadas: únicamente un 3,6% frente al 15,6% de 1992. Sólo el grupo CaixaBank a través de su matriz (Criteria Caixa) mantie- nen una importante representa­ción en las grandes firmas de la bolsa española, como Telefónica, Repsol, Gas Natural, Abertis o Cellnex. En la UE, el peso de la banca en la bolsa era algo menor que en España, ya que representa­ba el 3% del capital total.

Pero el grupo inversor que más estable ha mantenido su participac­ión es el del capital familiar, con un 24,4% después de sufrir ciertas oscilacion­es. Los grandes inversores familiares son Amancio Ortega en Inditex, la familia Grífols en Grífols, la familia Botín en el Santander, la familia Del Pino en Ferrovial o la familia Entrecanal­es en Acciona.,

El proceso vivido en España denota una pérdida de influencia de las empresas, familias e institucio­nes del país. Algo parecido ha sucedido en otros mercados, como en Francia. Esta semana el diario Le Mon

de reflexiona­ba sobre el lento pero imparable declive del capitalism­o francés, que se aceleró desde que comenzó la última crisis en el 2007 que lleva aparejado un refuerzo de los inversores internacio­nales en las empresas que configuran el índice de la bolsa de París, el CAC 40. Los cálculos del diario francés indican que la economía gala ha perdido un 45% del peso en el conjunto del capitalism­o mundial.

La globalizac­ión parece imparable.

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MARC ALEX / AFP Los inversores españoles tienen cada vez menos presencia en las empresas cotizadas
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