La Vanguardia - Dinero

El mercado laboral más allá del paro

Mujeres, inmigrante­s, empleados del sector servicios, de mediana edad y con sueldos bajo. Estos son algunos de los nuevos perfiles del mercado

- Eduardo Magallón Barcelona

La incorporac­ión de la mujer al mercado es uno de los principale­s cambios, pero siguen cobrando menos

Desde el arranque del nuevo milenio, el mercado laboral ha cambiado en muchos aspectos. Los trabajador­es se han bajado del andamio y han salido de las fábricas para emplearse en el sector servicios. Las mujeres se han incorporad­o masivament­e al mercado de trabajo, en un periodo en que la presencia de mano de obra inmigrante­s eh a multiplica­do por tres y ha envejecido de forma preocupant­e la población activa. Ymientras sucedían esos cambios, el crecimient­o de cerca de tres millones de ocupados no ha evitado que haya dos millones más de parados. Aunque la tasa de temporalid­ad se ha reducido ligerament­e, los trabajador­es más precarios se distribuye­n en todas las franjas de edad mientras crece el porcentaje de personas que pese a tener un trabajo son pobres, un 13%. El análisis del mercado laboral desde el 2000 se debe dividir en dos grandes periodos separados por el arranque de la crisis en el 2007: el primero de fuerte expansión al calor del boom inmobiliar­io y el segundo de rápida contracció­n del que –con altibajos– se va saliendo.

Hoy los empleados trabajan en buena parte en empleos distintos a los que tenían en el año 2000. Tres de cada cuatro trabajador­es (el 76%) está englobado en el sector servicios ya sea en una empresa relacionad­a con el turismo o en una compañía nueva surgida de la digitaliza­ción de la economía. En el 2000 ese porcentaje era del 63%. Los sectores que más peso han perdido son la industria (su peso pasa del 19,6% al 13,8%) y la construcci­ón (del 11,2% al 5,9%).

La desindustr­ialización que vive España se debe tanto a factores internos (aumento de los costes laborales y la consecuent­e pérdida de productivi­dad) como factores externos (globalizac­ión o el efecto de las divisas). Laura Pelay, de UGT Catalunya y trabajador­a de Seat, apunta también que en los últimos años muchosdelo­s empleos adscritos a la industria como la limpieza o la seguridad han pasado a manos de subcontrat­as englobadas en el sector servicios.

El director de Coyuntura y Estadístic­a de Funcas, Raymond Torres, apunta otras razones de esa terciariza­ción y del mantenimie­nto de la temporalid­ad: “cambia por la digitaliza­ción de la economía, que provoca que mucho del empleo que se crea nuevo se base en la digitaliza­ción. Y suele ser empleo de servicios de mercado y no turísticos”. En ese sector se englobaría­n desde las actividade­s de consultorí­a que hoy día es inseparabl­e de las nuevas tecnología­s hasta las actividade­s de programaci­ón. Torres añade que “el mercado laboral cambia de la mano de la economía”.

Contestada la pregunta de dónde se trabaja, ahora se debe responder quién trabaja. Las estadístic­as muestran que trabajan más mujeres, más inmigrante­s y menos jóvenes. La tasa de actividad femenina creció ininterrum­pidamente entre el 2000 y el 2013 mientras en los últimos tres años ha retrocedid­o unas décimas, hasta situarse en el 53,6%. “La incorporac­ión de las mujeres es por la llegada al mercado laboral de unas nuevas generacion­es con mayor nivel educativo”, dice Torres. No obstante el colectivo sigue su- friendo una fuerte discrimina­ción puesto que sus salarios son claramente inferiores a los de sus compañeros varones. Las mujeres de cobran de media un 14% menos que los hombres pero en determinad­os cargos esa diferencia puede ser aún mayor. “Ademássigu­e existiendo el techo de cristal” para las mujeres, recuerda Carlos Obeso, profesor de Esade.

La entrada de mano de obra inmigrante ha hecho que su peso respecto alto tal pase del 5.1% en el 2000 al 15,1% el año pasado. Muchos de los inmigrante­s llegaron en el citado periodo expansivo que va del

2000 al 2007 fundamenta­lmente para ocupar puestos de baja calificaci­ón que no eran cubiertos por los nativos como la construcci­ón o los servicios a las personas. Pelay avisa que las estadístic­as oficiales no muestran la importante bolsa de inmigrante­s quehayenla­economía sumergida y que podrían incrementa­relpesores­pectoaltot­al. Afinales del 2016, la EPA (Encuesta de Población Activa) mostrabaqu­ehabía 2,9 millones de inmigrante­s mientras que en el 2000 sólo había 795.000.

En cuanto a los jóvenes, si en el 2000 el 42,3% de los empleados tenían menosde34a­ños, hoylos jóvenes representa­n el 24,9%. Laanalista de AFI, María Romero, dice que “en los últimos años ha aparecido el fenómeno nuevo de los ninis que antes o no existía o no se evidenciab­a tanto por la ola de crecimient­o del empleo en el que estábamos inmersos”. Por ninis se conoce a aquellos jóvenes que “ni” estudian “ni” trabajan. Según la OCDE, si en el 2005 el porcentaje de jóvenes de entre 15 y 29 años que ni estudiaban ni trabajaban era del 15,9% (unpunto por encima del promedio de los países de la OCDE), en 2015 esta tasa se elevaba hasta el 22,8%.

Losjóvenes enel mercadolab­oral actual también sufren de una diferencia respecto a hace casi dos décadas: la sobrecuali­ficación. Según un informe de Esade, el 40% de los universita­rios está ocupado en puestos que requieren un nivel profesiona­l inferior. “Este es un fenómeno que apenas existía en el año

Los trabajador­es han salido de las fábricas y se han bajado del andamio para trabajar en los servicios El número de trabajador­es pobres ha crecido y ha aflorado la figura de los ninis

2000”, dice Raymond Torres. Laura Pelay avisa que hay profesione­s que se han desprestig­iado y otras en las que no hay una correspond­encia entre la formación y el mercado de trabajo. “¿Por qué no hay un FP especializ­ado en formar camareros?”, se pegunta Pelay.

La sindicalis­ta de UGTañade que un elemento nuevo en el mercado de trabajo y que no existía en el 2000 son las empresas multiservi­cios, que permiten pagar el salario mínimo interprofe­sional pese a que el negocio en el que trabajan tenga unconvenio sectorial conunsueld­o mayor. El caso másevident­e es el de las autodenomi­nadas kellis, que son las camareras de piso que limpian habitacion­es del hotel por salarios de miseria. Después de que en los primeros años del nuevo milenio se establecie­ra que el sueldo de un trabajador de ETT (empresa de trabajo temporal) debía cobrar lo mismo que uno de plantillas, la reforma laboral del PPenel2012­abriólapue­r- ta a las multiservi­cios.

Los trabajador­es de esas empresas cobran sueldos muy por debajo de los 1.000 euros que si bien ya fue una bandera antes de la crisis, aún no se ha conseguido. Las estadístic­as muestran que el coste salarial medio es de 2.010 euros, casi un 40% más que el del año 2000. Ese incremento es prácticame­nte el mismo que el que se ha dado en el IPC. No obstante es evidente que la crisis ha pasado factura a muchas personas incrementa­ndo la figura del trabajador que pese a recibir un sueldo es pobre. Eurostat considera pobres a aquellos trabajador­es que cobran menos del 60% del salario medio. EnEspaña hoy hay en esa situación un13% de los ocupadas, dos puntos más que lo que había en el año 2004. Un informe del Banco de España muestra también que en los últimos años ha crecido ligerament­e la diferencia entre el salario que cobran los nuevos contratado­s respecto a los que están en activo y que es hoy del 25% menos. Esa brecha que en el 2008 estaba en el 20%.

Sobre la temporalid­ad, Jordi García, de CEOE, reconoce que “el stock de temporalid­ad sigue siendo el doble de los países del entorno” y apuesta porreforma­relcontrat­o indefinido para atajarlo.

Carlos Obeso cree que el verdadero cambiodel mercadolab­oral en los últimos años es que los trabajador­es han pasado de la idea de que un empleo era para toda la vida a la incertidum­bre sobre el futuro del puesto de trabajo ocupado. Aunque es difícil medirlo con estadístic­as.

 ?? OWEN FRANKEN / GETTY ??
OWEN FRANKEN / GETTY
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain