Nos falta educación
Cualquier cosa puede ser percibida de maneras diametralmente distintas según el punto de vista utilizado para analizarla. En esta tesitura se encuentra uno de los debates actuales más intensos en materia de movilidad, el que hace referencia a las complejas relaciones entre los peatones, las bicicletas y los vehículos propulsados mediante motores. Los problemas derivados de esta espinosa cuestión quedarían resueltos a medio plazo si la sociedad apostara por incluir la seguridad vial como una de las materias escolares obligatorias.
Vivimos en un planeta que en la era actual se caracteriza por las inquietudes de movilidad personal de la mayoría de sus habitantes. La única solución viable es mejorar las normativas de circulación para adaptarlas a los tiempos que corren, pero ello no tendría efecto si no viene acompañado por la consecuente doctrina con la que debe empaparse a la población desde edades tempranas.
Los profesionales del autobús y el taxi se quejan por la invasión que sufre el privilegiado carril bus en situaciones de tráfico denso. Los conductores de automóvil suelen contrariarse por las ágiles y en ocasiones arriesgadas maniobras de las motocicletas. Los motoristas fruncen el ceño ante la lentitud de las bicicletas cuando circulan por la calzada. Los ciclistas protestan por el escaso respeto que le tienen los peatones al carril bici. Ylas personas que se desplazan a pie refunfuñan por el peligro derivado por el ritmo endiablado de ciertas bicicletas. Esperemos que algún día tengamos una normativa y un nivel de educación que nos permita movernos a todos sin crispación.