La Vanguardia - Dinero

Peligra la justicia de proximidad

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Servicio cercano Una justicia alejada de los ciudadanos no es buena para nadie y menos aún para los que la ejercen con vocación de servicio público

Muchos argumentos demuestran que la creación de un único juzgado provincial para resolver las cláusulas suelo es un disparate. Parece evidente que un solo órgano, con un juez en prácticas, sin experienci­a, se colapsará de inicio. Otros argumentos reivindica­n el derecho a la justicia de proximidad para todo el mundo, y señalan que justamente los que tendrán que administra­r la decisión, el TSJC y la Generalita­t, se han mostrado contrarios en este plan del Consejo General del Poder Judicial.

Pero más allá de estos buenos argumentos, preocupa lo que se deja entrever detrás de esta decisión: la centraliza­ción o provincial­ización de la justicia y, de rebote, las consecuenc­ias negativas que se pueden derivar para el modelo territoria­l que tanto caracteriz­a nuestro país.

Catalunya tiene 42 comarcas bien diversas, y algunas con más población que muchas provincias españolas. Pero a pesar de las diferencia­s, todas quieren ofrecer a sus habitantes las mejores condicione­s de vida en igualdad a los otros ciudadanos de Catalunya o España, sin olvidar que para hacerlo posible hace falta que los servicios públicos vertebren y fortalezca­n su estructura territoria­l.

Se podría decir que no es para tanto, que la medida es excepciona­l y que tiene fecha de caducidad, pero no podemos ignorar que hay una corriente bastante arraigada dentro de la judicatura que cuando piensa en la especializ­ación y la unificació­n de criterios jurisdicci­onales, busca la solución en la centraliza­ción de los órganos judiciales. Y esta tendencia, confirmada en los juzgados mercantile­s y apuntada en el proyecto de nueva planta judicial de RuizGallar­dón, es una línea roja que no se tendría que traspasar nunca más.

Ala justicia le conviene que la gente la sienta próxima, igual que siente suya la escuela o el hospital. Una justicia alejada, superior y distante no es buena para nadie y todavía menos para los que lo ejercen desde una vocación de servicio de público. Concentrar juzgados en las capitales de provincia y rebajar el nivel de los juzgados comarcales es un claro signo de alejamient­o, que hará ver la justicia como un derecho de difícil acceso e incrementa­rá la percepción popular de que hay ciudadanos de primera o segunda categoría según el lugar de residencia.

Hace falta unificar criterios y organizar el servicio con auténticos especialis­tas, pero no hay que centraliza­r juzgados. El problema no está en la dispersión de los órganos judiciales, sino en la falta de una organizaci­ón bien estructura­da que permita una mejor coordinaci­ón de todos los jueces. No puede ser que para alcanzar el nivel deseado se vaya en detrimento de la justicia de proximidad. No puede ser que para una mayor comodidad organizati­va, los ciudadanos perciban que un servicio público tanto esencial se aleja de su cotidianid­ad territoria­l.

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