La segunda gran falacia
En estos últimos años se han popularizado dos grandes falacias económicas, una que asimilaba la crisis de Lehman Brothers a la del crac del 29, y otra según la cual la particular crisis bancaria española era un tema de cajas y no de bancos.
La primera falacia cayó por sí sola hace tiempo. En el 29, el índice Dow Jones perdió hasta un 87% de su valor en once trimestres, mientras que tras Lehman, el mismo índice perdió hasta un 45% en seis trimestres. En el 29, se tardó 25 años en recuperar el nivel previo, mientras que tras Lehman se recuperó en sólo 5 años. En el 29 se tardó 29 años en multiplicar por uno y medio el nivel previo a la crisis, mientras que tras Lehman lo ha hecho en poco más de 9 años.
La segunda acaba de caer con el Popular. Reducir la particular crisis bancaria española únicamente a las cajas era sencillamente negar su causa común: el estallido de la burbuja inmobiliaria interna. La problemática de los créditos fallidos era de todas las entidades, y su mayor o menor afectación dependía únicamente de dos factores: el porcentaje del negocio efectuado dentro del país, y su mayor o menor agresividad comercial. Para afrontar el problema, las cajas no podían recurrir a la solución de ampliar capital, mientras que los bancos sí podían hacerlo.
Acaba de caer el primer banco, y ello nos sitúa, por primera vez, ante el inicio de la fase final, diez años después. Más vale tarde que nunca. Que ningún banco haya, lógicamente, querido pagar nada por quedarse con el Popular no implica que vaya a ocurrir lo mismo en otros casos, aunque la consolidación es inevitable. ¿Y la subida de tipos en la zona euro? No antes de que culmine la reestructuración bancaria. ¿Comprar bancos domésticos? Aún no.