Un mercado de deuda hipersensible
En las últimas semanas, el inversor en renta fija a largo plazo o bien se está convirtiendo en un amante de las emociones fuertes, o bien debería plantearse hacerlo. Especialmente si se dedica a los bonos soberanos europeos. El jueves, una subasta de deuda francesa con menor demanda de la prevista disparaba los tipos de interés en Europa ante el temor a que la fiesta de los tipos bajos esté llegando a su fin, y nadie va a querer ser el último cuando ese momento llegue. Pero el movimiento del jueves, de once puntos básicos de amplitud en el caso del bono español, se enmarca en una tendencia de mayor recorrido, que comprende 35 puntos básicos de subida desde el 22 de junio y 80 puntos básicos desde los momentos previos a la victoria de Donald Trump, en octubre de 2016.
Todo parece indicar que esta remontada puede seguir a medida que las noticias sobre la mejora económica, el aumento de la inflación, y (como consecuencia de todo lo anterior) la retirada de estímulos por parte del Banco Central Europeo vayan imponiéndose en el Viejo Continente. Los partidarios de la hipótesis de una actuación del BCE tras el verano, posiblemente una reducción adicional en el volumen mensual de compras de deuda pública y privada, van convirtiéndose en mayoría, y los mensajes que llegan desde la autoridad monetaria, aunque llaman a la prudencia, tampoco parecen desmentirlos. Queda por supuesto pendiente ver cómo se va materializando el plan de reformas de Macron en Francia, y también los primeros apuntes –tímidos– a un menor rigor fiscal en Alemania.
En cualquier caso, con una actividad económica recuperándose de un modo ya muy evidente, el camino de los tipos de interés parece claramente destinado a ser ascendente. Ello por más que puedan darse periodos de duda y abatimiento de las curvas, como ha sucedido entre marzo y junio de este mismo año. Y eso lo saben los grandes tenedores de deuda pública a largo plazo que, como comentábamos al inicio del artículo, comienzan a estar muy sensibles.
La invitación a la cautela a los inversores conservadores, que por definición están más expuestos a los tipos de interés, tienen en estos momentos más importancia si cabe. Los diferenciales de crédito son bastante estrechos y los tipos de interés tienden a subir, así que la única opción que les queda a los inver- sores en deuda que no se resignen a las exiguas o nulas rentabilidades de los bonos a corto plazo, es echarle imaginación al tema y buscar mercados estrechos o más ineficientes. Permítanme citar al gran Francisco de Goya: “La Fantasía, aislada de la razón, sólo produce monstruos imposibles”. Busquen valor, no números vacíos.
En bolsa, volver al escenario de subida de tipos supone continuar apostando por aquellos sectores que pudieran beneficiarse de márgenes crecientes o inflaciones al alza. Financiero, energía, industriales, y sectores cíclicos en general deberían superar a sus índices de referencia en ese escenario, aunque sean cuidadosos en el corto plazo, porque otra vieja conocida está también de regreso: esperamos mayor volatilidad.