Aplauso merecido
Una de esas caprichosas coincidencias que nos depara la vida quiso que recientemente tuviera la ocasión de debutar como usuario del servicio de asistencia telefónica que presta el número 112. Vaya por delante que la experiencia registró un balance absolutamente positivo. Para que el lector se ponga en situación, debe imaginar a dos mujeres de origen oriental, capaces de articular muy pocas palabras en nuestro idioma. Las protagonistas de este relato estaban desesperadas, al lado de su automóvil, que se encontraba completamente hundido en un campo embarrado.
Antes de salir de Badalona, el plan era disfrutar de una apacible jornada de paseo, sin renunciar a razonables dosis de aventura, explorando senderos desconocidos que se pierden en los bosques de la comarca de Osona. Pero a la hora de la verdad, su experiencia resultó deprimente a partir del momento en el que decidieron apartarse del camino elegido para aparcar en aquel maldito campo, que ejerció a modo de arenas movedizas con su coche debido al agua acumulada. Un servidor, que suele pasar por allí a menudo en bicicleta, fue la persona que se las encontró. Por ser el primero, me tocó asumir el papel de organizador del rescate.
Tras reunir a un ejército formado por una multicolor docena de ciclistas y excursionistas, intentamos infructuosamente empujar el vehículo, absolutamente clavado en el barro. Empezaba a oscurecer, y los ánimos de las turistas, que llevaban horas de agobio, estaban por los suelos. Entonces, decidimos llamar al 112, y todo cambió. A partir de ese momento, sentimos que el problema se encontraba en vías de solución. La operadora nos pasó con los bomberos, que al final optaron por poner el caso en manos de una dotación de agentes forestales. En apenas veinte minutos, se presentó un todoterreno que sacó el automóvil del campo, y suponemos que nuestras amigas pudieron dormir en casa. Disponer de un servicio de tal calibre merece un aplauso ensordecedor.