En manos de Puigdemont
La falta de presupuestos obligaría a Rajoy a precipitar las elecciones generales ante la imposibilidad del PP de gobernar en solitario
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, es absolutamente consciente de que si en las próximas semanas las enmiendas a la totalidad a los presupuestos generales del Estado (PGE) prosperan, no tendrá más remedio que convocar las elecciones generales para antes de fin de año. La soledad gubernamental está poniendo de manifiesto la imposibilidad del Partido Popular para poder terminar la legislatura.
La confluencia de una serie de hechos graves ha agudizado el sentimiento de fin de etapa instalado entre las élites políticas como económicas. Si a la negativa alemana a extraditar al expresidente Puigdemont por un delito de rebelión y a la muy posible dimisión de Cristina Cifuentes al frente de la Comunidad de Madrid se le une la incapacidad de sacar adelante los PGE para este año, al Ejecutivo se le habría acabado el crédito para seguir gobernando.
En este escenario, los líderes independentistas catalanes por primera vez tienen la sartén por el mango, y el mango, también. La aprobación de las cuentas del Reino sólo sería posible si en las próximas semanas se formase un Gobierno en Catalunya que permitiese retirar la aplicación del articulo 155 de la Constitución y poner fin a la provisionalidad democrática que existe en esta comunidad autónoma. En ese caso, el partido nacionalista vasco daría su apoyo a los presupuestos permitiendo a Mariano Rajoy terminar la legislatura.
Según se reconoce en privado, Carles Puigdemont actualmente no sólo está condicionando el futuro de Catalunya sino también del Gobierno español, el vasco y hasta del alemán. El conflicto ya es europeo, por lo que existe un clamor para que se le dé una salida política que permita abandonar el callejón sin salida en el que nos encontramos metidos.
En este sentido, en ciertos círculos políticos se reconoce que la decisión de los tribunales alemanes pueden ser una oportunidad. Pensar que un país como España puede ser gobernada manteniendo a los líderes políticos de uno de sus territorios encarcelados durante treinta años es un completo desiderátum.
Lo que está meridianamente claro es que ambas partes en conflicto han entendido que el camino que habían emprendido es irrealizable. Los sectores secesionistas han podido comprobar que no es posible declarar unilateralmente la independencia de un territorio cuando no se tiene el apoyo ni del cincuenta por ciento de la población. Los partidos constitucionalistas también han comprobado que no es posible resolver un problema político y económico refugiándose en las togas. Por tanto, la única salida factible es la negociación en el medio plazo, por difícil que parezca. Al fin y al cabo, la política es el arte de hacer posible lo imposible.
La única medida que evitaría unas elecciones generales anticipadas que no desea nadie sería que en los próximas días se suavizase la situación catalana, de tal manera que el PNV evitase que prosperen las enmiendas a la totalidad. Esto permitiría ganar tiempo hasta el mes de junio, que es cuando se vota definitivamente el dictamen presupuestario.