La población germana tiene insertado en su ADN el amor por la hucha
Una exposición inaugurada hace un mes en Berlín repasa la fuerte querencia alemana por el ahorro
El ahorro alemán fue el que más contribuyó a engordar la burbuja previa a la crisis en el conjunto de Europa
Decía el irónico novelista inglés y converso a la fe de Roma Evelyn Waugh que la diferencia que hay entre los protestantes y los católicos es que los primeros van a misa porquesecreenvirtuosos, mientras que los católicos lo hacen porque se saben pecadores. Es una interesante observación que viene como anillo al dedo a la hora de intentar explicar lo que diferencia a los países mediterráneos en apuros de sus prósperos y ordenados vecinos protestantes del norte.
Con todo, de la misma manera que Goethe, Byron o Waugh se inspiraron en la belleza mediterránea, también son legión los mediterráneos que envidian la gélida seguridad que proporcionan a sus ciudadanos las naciones septentrionales. Sea comosea, el resultado de tantos siglos de guerras religiosas es una Unión Europea con el alma partida en dos. Las eficientes hormigas del norte difícilmente se entienden con las ociosas cigarras del sur, y al revés. La crisis griega no ha hecho másqueagravar esta mutua incomprensión.
Por mucho que ahora por fin se vislumbre luz al final del túnel, las implacables medidas de austeridad impuestas durante tantos años por Angela Merkel y su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, han provocado enormes daños en las economías de los llamados PIIGS, tanto a escala nacional como entre los millones de personas que han sufrido en sus propias carnes los estragos causados por la tan prolongadacomoinflexibledisciplinagermana.
YesquesienelnortedeEuropala austeridad es considerada una virtud que se inculca a los niños desde la cuna, ello no necesariamente justifica quesehayaqueinterpretarasí en todas partes. Lo mismo pasa con el ahorro –la principal consecuencia de la austeridad–, que para la mayoríadelos alemanesesalgo que les resulta tan natural como respirar, tal comoquedareflejadoenuna exposición titulada Ahorrar. Historia de una virtud alemana, que fue inaugurada el mespasado en el berlinés Museo de Historia Alemana.
En vista del catastrófico siglo XX que por poco acaba con Alemania, es extraordinario el anhelo que conservan los alemanes en la seguridad, que ni siquiera han podido menoscabar las duras lecciones de la hiperinflación de los años veinte. Y dado que no son pocos los alemanesqueahorransinunfinclaro, que lo hacenporquesí, oporquelesbasta la creencia de que es una virtud, ello no quita que también cabe la posibilidad de interpretar el ahorrar por ahorrar como un vicio.
Es en este punto en el que entra en escena una peculiaridad lingüística, ya que para los germanohablantes la voz schuld significa al mismo tiempo deuda y culpa. De modo que no entienden lo mismo alemanes y griegos a la hora de discutir la inmensa deuda contraída antes del crac por las jacarandosas cigarras helenas. Geiz ist Geil (ahorrar es sexy) fue duranteañosuneslogan publicitario de una cadena alemana de tiendas de electrónica. Tal es la capacidad de ahorro de los alemanes, como demuestra la exposición en Berlín, ¡que hasta coleccionan las huchas!
Antes de crac del 2008, los ahorradores alemanes iban inundando países como Grecia con dinero fácil. Pedir un préstamo pasó de costarles a los griegos un 15% a tan sólo un5%, desuertequehastalospopes conducían vistosos cochazos últimomodelo. Sin embargo, a diferencia de los países que conforman los PIIGS, durante los años de euforia que precedieron al crac, no se produjo en Alemania ningún boom crediticio. ¡Ni siquiera subieron los precios de la vivienda!
Los alemanes tenían claro que en Grecia no existía la debida disciplina fiscal, de modo que concluyeron quesólolaimposicióndeunasdrásticas medidas de austeridad germanapodríaalejar sudecrépita economía del precipicio. Lo que pretendían –y así quedó plasmado todos los días en la prensa germana- era conseguir que los griegos cambiasen su estilo de vida. O sea, que trocasen un vicio mediterráneo (el despilfarro) por una virtud alemana (la austeridad). Dicho de otra manera, que se volviesen alemanes.
Ahora bien, aunque a Merkel le cueste entenderlo, pues al fin y al cabo es hija de un pastor luterano, puede que los griegos –y no sólo ellos– interpreten la austeridad impuesta de manera inversa , es decir, más como un vicio que como una virtud. Sea como sea, si de veras existe una salida a semejante lío de malentendidos, seguramente sería de gran ayuda que la eurozona constituyera un fondo anticrisis, tal como hace poco sugirió Christine Lagarde, directora gerente del FMI.
EnestaEuropaenlaqueescasean las personas que van a misa, quizá ya no sirva la distinción entre protestantes y católicos de Evelyn Waugh. Pero tal vez se preste a una nueva interpretación. Los alemanesahorranporqueconsideranque es una virtud, mientras que si los mediterráneos ahorran tan poco, tal vez sea porque estiman que es –máxime cuando se hace de forma obsesiva– un vicio.
De todos modos, difícilmente se sentiría tentado a caer en la tentación un pensionista o un jubilado griego que cobre 300 o 400 al mes. Poreso, unodelosmayoresretosde la Unión Europea es ofrecerle a él –y a los jóvenes– la posibilidad de poder al menos dejarse tentar.