CRÍTICA DE ARTE ¿UN SALÓN O UNA FERIA?
El Salón del Cómic de Barcelona significa para el público catalán y español lo mismo que para el público francés el Salón de Angoulême, que es el mejor de Europa. Es decir, un necesario lugar de encuentro anual para los autores, los profesiona- les y los aficionados a esta disciplina a la vez artística y literaria. Sin embargo, desde hace años, parece, más que un salón, una feria comercial masificada que descuida los aspectos culturales y las exposiciones. De ahí que, en una muestra sobre el boom del cómic en España en los años ochenta, entre los 75 autores seleccionados faltasen algunos de los mejores: Mariscal, Micharmut y Guillem Cifré, por ejemplo. Y la misma muestra confundía a dos dibujantes distintos: al extraordinario Antoni Calonge de El Víbora con un Calonje que es otro autor.
El cómic ha generado un coleccionismo que presta especial atención a los dibujos originales. En el salón que tuvo lugar el pasado fin de semana pude constatar que las páginas y los dibujos originales de excelentes dibujantes de cómic clásicos y modernos todavía son asequibles, aunque cada vez menos. Una maravillosa página de Alex Raymond, con oleaje marino, alcanzaba los 3.000 euros, pero había otras obras históricas por 300 o 150. Aún infravaloradas.