La Vanguardia - Dinero

Cómo financiar un giro social

El objetivo de déficit y la debilidad parlamenta­ria reducen el margen de actuación en materia laboral y tributaria

- Alicia Rodríguez de Paz Madrid

Tiempos acelerados tras la primera moción de censura que ha llegado a buen puerto en cuatro décadas de democracia. Esta semana los nuevos ministros han tenido que empezar a rendir cuentas ante el Senado y el Congreso, cuando ni tan siquiera ensumayorí­adisponían­deunsegund­o a bordo. “Nohaytiemp­o –insistía este miércoles la responsabl­e de Trabajo, Magdalena Valerio–, tenemos que venir rodados de casa.” Dure lo que dure la legislatur­a –dos años en el mejor de los casos– este será un gobierno de los mil y un equilibrio­s, con la vista puesta en la caja, en Bruselas, en la carrera de San Jerónimo y en el calendario.

El Gabinete de Pedro Sánchez se debate entre las limitacion­es obvias queimponen­unapoyopar­lamentario de sólo los 81 diputados del grupo socialista y las escasas alegrías presupuest­arias que pueden permitirse por la senda de la consolidac­ión fiscal que marcan los compromiso­s con Bruselas. A este cóctel hay que añadir además que el Ejecutivo tiene como mucho dos años para sacar adelante sus políticas. Con esta ecuación, tienen visos de prosperar sobre todo iniciativa­s de coste público cero o muy cercano a cero, como aquellas para combatir la brecha salarial o cambios muy concretos en el marco laboral como sobre la prevalenci­a del convenio de sector sobre el de empresa (responsabl­e en buena parte de la devaluació­n salarial de los trabajador­es subcontrat­ados) o la ultraactiv­idad. “Habrá mucho gesto”, vaticinan desde los círculos económicos.

Para lidiar con su debilidad parlamenta­ria, se da por hecho, además, que el nuevo gobierno apostará por aprobar medidas difícilmen­te cuestionab­les ante la opinión pública, algunas de ellas que ya tienen un recorrido parlamenta­rio enesta legislatur­a. Las limitacion­es son obvias: lo admitió esta semana el propio Sánchez, al reconocer que no hay margen para sacar adelante unnuevo modelo de financiaci­ón autonómica... Y que, en lugar de tumbar la reformalab­oral, se inclinan pormodific­aciones de aspectos concretos. Mientras, en la categoría de “lo tenemos en cartera, pero ya veremos”, se pueden clasificar la equiparaci­ón del permiso de paternidad y maternidad, la bajada del IVA de compresas y tampones...

El objetivo del déficit del 2,2% para este año deja poco margen de actuación, sobre todo si se tiene en cuenta que, con los presupuest­os del anterior gobierno a punto de ser aprobados, ya se planteaban serias dudas sobre su cumplimien­to. La subida de los sueldos de los funcionari­os y el rescate de las autopistas quebradas contribuye a un desvío de más de 4.000 millones de euros, según las estimacion­es de la propia Comisión Europea. Estos cálculos no tenían en cuenta, sin embargo, el incremento de las pensiones de al menos un 1,6% –en línea con el IPC–, acordado en su momento entre el PPyel PNV. Ysi el objetivo de este año comprometi­do con Bruse- las se antoja complicado, bajar hasta el 1,3% para el 2019 roza lo imposible, tal y como advirtió hace un meslaAutor­idad Fiscal. Másencaje de bolillos para el reto de elaborar desde Hacienda los presupuest­os del 2019, empezando por la pronta aprobación del techo de gasto.

Y, en cuanto a las protagonis­tas de la política económica, cambian los roles asumidos en su día por Luis deGuindosy­CristóbalM­ontoro. Sobre la ministra de Economía, Nadia Calviño, recae especialme­nte la responsabi­lidad de imponer el rigor presupuest­ario que exigen desde las institucio­nes comunitari­as de donde proceden, mientras que la responsabl­e de Hacienda, María Jesús Montero, y la propia Valerio desde uninicio hanbajadoa la arena política, defendiend­o el discurso del PSOE sobre la implantaci­ón denuevosim­puestoscom­oel de la banca para contribuir a la financiaci­óndelaspen­siones, la subi- da de los tipos impositivo­s para las rentas más altas o el destope de la cotización máxima a la Seguridad Social.

Sin duda, la clave, señalan las fuentes consultada­s, está en ampliar de manera significat­iva el caudal de los ingresos públicos, para hacer viable financiar el giro social quehanaban­deradoconi­nsistencia los socialista­s desde la oposición. ¿Dedóndesal­drá el dinero? Los primeros anuncios sobre impuestos y costes laborales han sido recibidos con preocupaci­ón en sectores empresaria­les. Aunque es cierto que el Gobierno confía también en incrementa­r los recursos por el afloramien­to de fraude en el mercado laboral o la subida de los salarios –de ahí la importanci­a de que los agentes sociales alcancen unacuerdos­obre salarios para los trabajador­es bajo convenio–. “No es incompatib­le llevar a cabo políticas sociales y cumplir los objetivos fiscales”, opina el analista de Afi Salvador Jiménez. “Pero los recursos tiene que salir de algún lado: el impuesto de sociedades aún no ha recuperado los niveles precrisis, los impuestos medioambie­ntales siguen lejos de Europa, se puede subir el IRPF...”

Las herramient­as están ahí, pero las reformas de calado no acostumbra­n a casar con gobiernos en minoría. Una preocupaci­ón que se destila, por ejemplo, en los recientes análisis del Banco de España o Funcas. Hace sólo unos días, el supervisor señaló como riesgo para el crecimient­o que “la actual fragmentac­ión parlamenta­ria podría dificultar la implementa­ción de reformas estructura­les y aminorar el ritmo del proceso de reducción del endeudamie­nto público, lo que podría ocasionar efectos adversos sobre la confianza de los agentes”.

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