La Vanguardia - Dinero

Las eléctricas no lo van a poner fácil

Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica, ha difundido rápido su apuesta por las energías limpias

- Conchi Lafraya Madrid

Pese a que no queda mucha legislatur­a por delante, la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, es una de las que más claramente ha lanzado los objetivos de su departamen­to. Al ser una de las mayores expertas de España en negociacio­nes climáticas, a Ribera no le ha temblado el pulso a la hora de airear sus planes. En su primer viaje a Bruselas al Consejo de Ministros de Energía de la Unión Europea anunció un cambio de “posicionam­iento” del Gobierno español al “alinearse con aquellos países que tienen vocación de progreso, de futuro y progresist­a”. Su apuesta es clara por las renovables y las energías limpias.

“España va a dejar de ser un lastre”, explicó la nueva ministra en relación a la posición de España en materia de cambio climático. El Gobierno español va a intentar que el acuerdo final en energías renovables se sitúe en el 34%, en línea con la recomendac­ión de la Agencia Internacio­nal de la Energía Renovable, y en el 33% en el caso de la eficiencia energética.

El tema es que a Ribera le ha tocado gestionar la fusión y coordinaci­ón del Ministerio de Energía, que ha dirigido durante año y medio el polémico Álvaro Nadal, y el de Medio Ambiente, al frente del cual Rajoy situó a Isabel Tejerina, tras las marcha de Miguel Arias Cañete a Bruselas.

A nivel mundial, se vive un momento histórico, marcado por la lucha contra el cambio climático y la transición hacia una economía libre de emisiones. De ahí, la fusión encargada por Pedro Sánchez a Ribera. Tendrá que integrar el cambio climático con el poderoso lobby de las energética­s y, sobre todo, del sector eléctrico.

Ribera, que ya fue secretaria de Estado de Cambio Climático con Cristina Narbona, ha sido recibida con los brazos abiertos por todos los sectores ecologista­s y las patronales de las renovables. Mantendrá la rentabilid­ad del 7,4% en la retribució­n a las plantas de renovables existentes.

Su primer anuncio fue eliminar el llamado impuesto al sol, así como certificar el cierre de centrales de carbón y de plantas nucleares. Nadal se aferró a que cerrar plantas de carbón o nucleares iba a subir el precio de la luz. Encargó un estudio a expertos, que ahora duerme en el cajón de algún despacho del viejo ministerio. Ribera no necesita de dicho informe, pese a que hubo algún experto socialista en su elaboració­n, porque ella lleva años acudiendo de ponente a foros para la defensa del medio ambiente.

En cualquier caso, llegará el día en que Ribera tendrá que sentarse con el poderoso lobby de las eléctricas, que llevará los deberes bien hechos para defenderse. Un ex alto ejecutivo del sector eléctrico siempre decía que “en este sector no se pueden tomar decisiones cortoplaci­stas, ya que las inversione­s son grandes y hay que saber bien por dónde van los tiros”.

El tema es que Ribera sí va a tener tiempo para fijar la posición de España en Europa, pero no para cerrar de forma inmediata plantas. Eso sí, podrá fijar el procedimie­nto a través de nueva normativa para cuando llegue el día. Otro de sus cometidos va a ser revisar la normativa que fija los precios de la luz a 29 millones de usuarios. Podrá hacer modificaci­ones, sobre todo, en la parte regulada.

Ribera también ha tomado cartas en el asunto para que vuelvan a la Comisión Nacional del Mercado de la Competenci­a (CNMC) asuntos que Nadal había usurpado a dicho organismo. En concreto, las competenci­as sobre peajes eléctricos.

De las pocas objeciones que se le han puesto a Ribera es que participó en la aprobación del malogrado proyecto de Castor. Pero la ministra ya se defendió del asunto esta misma semana en el Congreso a preguntas de la oposición. Ribera avaló el proyecto en su etapa de secretaria de Estado de Cambio Climático en el año 2009, porque consideró que “hubiera sido frívolo por su parte sustituir el criterio de más de 20 organismos técnicos y administra­tivos que no pusieron objeción a la declaració­n de impacto ambiental del almacén de gas”.

Para sacar adelante todas sus iniciativa­s, Ribera ha nombrado a dos secretario­s de Estado afines a sus posturas. Se trata de Hugo Alfonso Morán Fernández, como nuevo secretario de Estado de Medio Ambiente. Y a José Domínguez Abascal como secretario de Estado de Energía. Entre los dos tendrán que combinar esa difícil balanza de apostar por el cambio climático y satisfacer las peticiones del incansable lobby eléctrico, que hace llegar la luz a todos los hogares y empresas en España. Un equilibrio que Ribera tendrá que capitanear.

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